La Vida después de la Vida…

 

 

Dedicado a los que ya no están, pero sobre todo, a los que seguimos navegando en esta aventura llamada “vida”

Hay días que me levanto sin ganas de nada, de esos días que quiero mandar todo a volar y desconectarte del mundo por un rato muy largo. Eso me pasó a partir de los sismos que sacudieron al país. Vivenciaba dolor físico, cansancio, dolor del alma y del corazón.

Nunca me imaginé vivir una tragedia de esta magnitud, sentir tanta vulnerabilidad, tanta incertidumbre y sobre todo, de mucha reflexión, de valorar lo que tengo y “la vida”.

Fueron días terribles, de lidiar con mi cuerpo y con mi vida, noches enteras sin poder dormir, temiendo por mi vida, viviendo un auténtico infierno.

Creí que ahora sí, no tendría salida, me sentía atrapado por un monstruo llamado “muerte” Y como diría el poeta mexicano, Jaime Sabines, “Vive, vive, vive… Me susurró la muerte al oído.

Como usted sabe, el 2 de Noviembre, se le rinde tributo a la muerte:

En México, cada pueblo, cada región, tiene sus propias tradiciones, sus propios usos y costumbres. Pero si hay una tradición que encontramos en cada uno de ellos, es sin lugar a dudas, la celebración del Día de Muertos. Es en ésta, en la que cada familia se prepara para recibir a las almas de los seres queridos que han abandonado esta vida.

Justo en esta semana fui a ver Coco, de Disney Pixar, y en resumen lo que puedo decir es que, los señores de Disney nos dieron un regalo enorme, como sociedad y como país. Cuidaron cada tema, cada expresión y cada esencia de la misma. Retrata de forma brillante el culto a la muerte, y el recuerdo y veneración que nosotros como mexicanos rendimos a los que ya no están con nosotros.

Inevitablemente, me vino a la memoria “Chucho” Un hombre serio, inteligente, amante de la lectura, adicto. Gustaba de bucear por las noches en Tulum, guiado por las estrellas, volaba por los aires de Tequesquitenhgo, con su ultraligero blanco, acompañado de una agua mineral bien fría. Buscaba de vez en cuando sacar a flote sus dotes culinarios los domingos por la mañana. Se ponía su mandil color café que le regaló Yolanda, su esposa. Yolanda me cuenta que tenía 19 años, cuando les dijo en su casa que se iría a vivir con él. Fue el amor de su vida, y cuenta que a la fecha cada que lo recuerda, no puede evitar que se le salgan algunas lágrimas.

Cuentan que “Chuchito” como lo llamaban sus amigos, tenía un gusto por Carl Sagan. y que cuando apareció su serie galardonada,  Cosmos: Un viaje personal, producida en 1980, Chucho se volvió loco, se conmovió, se maravilló. Dicen que era un tipo frío, que le costaba mostrar sus sentimientos. Pues en esta ocasión, soltó unas lágrimas por ver la obra de su gran ídolo.

Cuentan que no tomaba ni una gota de alcohol, y que falleció de cirrosis no alcohólica, no sin antes ver de frente la vida y desafiando a la muerte como todo un guerrero,  diciéndole a Yolanda que haría hasta lo imposible por “ganarle la batalla a la muerte” Pero, su corazón gigante no quizo más. Y se fue con el sol de Junio, sin miedo y sin discutir. Y dejó tanto por aquí, su vida de padre, hermano, hijo y esposo. Y mucho, mucho cariño por los que aún lo recuerdan con tanto amor.

Coco, tiene gran sentido, porque hace la majestuosa reflexión de “recordar a los que ya no están, para que estos no desaparezcan de nuestro corazón.

Hoy, además de Chucho, mi padre, también recuerdo a Cristina, José Luis, Socorro, Mama Mago, Jesús, Hortensia, Sandalio, Manfred, y todos mis amores, mis afectos que han trascendido y siguen en otro plano regalándome lecciones de vida y aportando a mi crecimiento personal.

Pero también, recuerdo a Yolanda, Yoli, Kira, Mauricio, Pamela, Fernanda, Sandra. A todos los que seguimos aquí, con esta misión compleja y deliciosa, llamada vida.

Por eso digo, como dice mi buen amigo, Sopitas, que “soy un tipo bien afortunado” porque tengo grandes regalos de la vida…

Con cariño:

 

Xicani.

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