Migración: una propuesta de principios y derechos humanos

Los mexicanos sabemos del sufrimiento de la migración indocumentada por nuestra propia experiencia como pueblo y porque conocemos el dolor que padecen los migrantes centroamericanos, del que incluso hemos sido parte responsable.

Durante 60 años, millones de mexicanos salieron hacia Estados Unidos, cada vez en mayor número y cada vez con mayores adversidades. Los muros que empezaron a construirse en los 90 orillaron a nuestros migrantes a buscar nuevas rutas en zonas de alto riesgo, lo que llevó a dos décadas de muerte diaria en la frontera por ahogamiento, hipotermia y deshidratación, además de otros padecimientos como el rechazo, la exclusión, la discriminación, a cambio de trabajo y de la satisfacción de enviar dinero a casa.

Sabemos de muros, de agentes fronterizos, de tecnología de contención, de maltrato, de luto y de esperanza. De eso nadie nos cuenta porque en cada familia, en su concepto más amplio, hay un migrante. Asimismo, fuimos testigos del incremento de la transmigración centroamericana hasta llegar, en 2005, a 200 mil migrantes asegurados (así se decía antes) por el Instituto Nacional de Migración, y no fueron más porque el huracán Stan reventó la infraestructura ferroviaria en Tapachula.

Este desplante de la naturaleza retó pero no frenó a los caminantes, que padecieron en México todo tipo de abusos y delitos, sintetizados en la masacre de 72 migrantes en 2010.

Tardamos años, pero finalmente nos sensi-bilizamos de la tragedia migrante en México yalgo aprendimos de derechos humanos en lalucha por conseguir que se les tratara con dignidad. Hoy, cuando los flujos migratorios de mexicanos hacia EU han disminuido y en medio de una crisis migratoria, exijamos a la memoria que no nos deje olvidar el sufrimiento de los nuestros ni de los centroamericanos, que de alguna manera son también de nosotros.

Cada quien tendrá su opinión respecto de la migración, pero podemos estar de acuerdo con ciertas premisas y principios que pueden orientarnos ahora:

Honduras, El Salvador y Guatemala se encuentran en una grave situación económica y de inseguridad, ser migrante no es delito; los derechos humanos de las personas están por encima de su situación migratoria; la migración se resolverá cuando se atiendan sus causas más profundas y no cuando se criminalice; en su solución debemos participar todos los países de la región con el apoyo de los organismos internacionales. Si partimos de estos principios, al margen de nuestras dudas, miedos, convicciones e ideas, podremos sortear mejor la crisis actual, tan llena de riesgos y desafíos.

Hace ya 15 años que empezamos a hablar de la necesidad de la colaboración para el desarrollo regional. De haber comenzado, otro sería el panorama. De poco sirve lamentarlo, pero es útil para asumir que, si empezamos hoy, algún día nuestra región tendrá mejores horizontes.

Cortesía de EL HERALDO DE MÉXICO

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