Argentina y el Fondo Monetario Internacional lograron un acuerdo de 45,000 millones de dólares para revertir la infame línea de crédito de 57,000 millones de dólares de 2018. Si se aprueba, llegará a tiempo para una fecha límite para los reembolsos que, de lo contrario, Buenos Aires habría tenido dificultades para hacer.

Esta vez, dice el FMI, es diferente. Los requisitos de política con los que el gobierno argentino está acordando se basan en “objetivos realistas” y un “enfoque pragmático”, ambos faltantes en el rescate hace cuatro años, lo que fue en gran medida una ilusión por parte del fondo.

Incluso suponiendo que se hayan aprendido lecciones, el acuerdo exige escepticismo. En primer lugar, ambas partes necesitaban un trato mal, tal vez demasiado. En segundo lugar, el gobierno del presidente Alberto Fernández tiene que obtener su aprobación por el Congreso argentino y luego implementar y mantener medidas para mejorar las finanzas públicas, que tienden a implicar cosas impopulares como aumentos de impuestos y reducciones de subsidios.