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Subastarán Mercedes que Hitler usaba en desfiles

El Mercedes que Adolfo Hitler usó por seis años y que fue confiscado en 1945 por la armada estadounidense será subastado.

El auto tipo limusina forma parte de una colección de vehículos que serán puestos a la venta por una casa de subastas durante una primera ronda a nivel mundial.

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Trump: El aprendiz de Hitler

Donald Trump rechaza en paquete a las personas. Los malos son malos porque pertenecen a tal nacionalidad, raza o religión. No hay conductas individuales sino, características grupales que son, a la vez, irremediables.

Ésta es la lógica racista.

Hitler culpaba a todos los judíos de todo (de que Alemania hubiera perdido la Gran Guerra, de los problemas de la posguerra, de acaparamiento y de lo que fuera), y tanto las supuestas culpas como la generalización de la culpa no tenían que ser probadas. Simplemente así era.

Trump culpa a los mexicanos de crímenes y delitos, de ser pandilleros, violadores y traficantes, de estafar a Estados Unidos, de beneficiarse sin merecerlo de programas sociales, de arrebatar por maldad trabajos allá y atraer otros aquí, entre otras acusaciones.

Para Trump ser de cierta nacionalidad o región determina la maldad de los seres humanos. Y lo ha dicho sin metáforas: “Las malas personas vienen de México, Centroamérica y Medio Oriente”.

Está dispuesto a lo que sea para impedir que tanta maldad humana haga daño a Estados Unidos. “Quiero que entreguen a los malos”, dijo a policías la semana pasada, al referirse a inmigrantes indocumentados.

Y simultáneamente sigue empeñado, a pesar de los reveses en tribunales, en aplicar un veto temporal a la entrada de refugiados y ciudadanos de siete países de mayoría musulmana.

Para sostener su decisión apela a una visión catastrofista y mentirosa. Dice de los refugiados: “Hay muchos hombres, más que mujeres, y todos parecen ser tipos fuertes. Podría ser una de las mayores estratagemas de todos los tiempos. Un ejército… No sé si sea así, pero sería posible”. Para la lógica excluyente el miedo es argumento incluso si se basa en una fantasía, y eso hace Trump.

La similitud entre Adolfo Hitler y Donald Trump es tan cercana que tal vez usted no pueda dilucidar de cuál de los dos es esta frase: “Ante Dios y ante el mundo, el más fuerte tiene derecho a hacer prevalecer su voluntad”.

O esta otra: “Cuando se inicia y desencadena una guerra lo que importa no es tener la razón, sino conseguir la victoria”.

Una tercera: “Nuestro pueblo primero tiene que ser liberado de la confusión desesperada del internacionalismo y ser educado deliberada y sistemáticamente en un nacionalismo fanático”.

Y una cuarta: “Las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña”.

Si usted dudó es normal. Porque, aunque las cuatro frases son de Hitler, bien pueden representar los dichos y las acciones del presidente estadounidense.

Lo mismo podría decirse de las siguientes afirmaciones de Hitler: “La mezcla de la sangre y el menoscabo del nivel racial que le es inherente constituyen la única y exclusiva razón del hundimiento de las civilizaciones”. “Los seres humanos producto de la mezcla de razas son despreciables”.

Aun así, Donald Trump es presidente por elección de los estadounidenses. Ello puede deberse, tal como lo dijo Hitler, a que “quizá la más grande y mejor lección de la historia es que nadie aprendió de las lecciones de la historia”.

Twitter: @mfarahg

Secretario general de la Cámara de Diputados y especialista en derechos humanos.

El Partido Nazi y Adolf Hitler

El partido Nazi fue un partido político que existió en Alemania entre los años 1919 y 1945. El nombre completo era Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei), cuya abreviación en alemán era “nazi”. Originalmente llamado Partido Obrero Alemán, su nombre fue cambiado a Partido Nacional Socialista Obrero Alemán en 1920. De la mano de Adolfo Hitler, este partido político llegó al poder en Alemania en 1933.

En la plataforma del partido figuraba la integración cultural y territorial de la nación alemana como así también la recuperación económica y de los territorios usurpados a Alemania luego de la Gran Guerra por medio del deshonroso e injusto tratado de Versalles impuesto a Alemania por Inglaterra y Francia; y es justamente por este tratado que los alemanes se sintieron humillados y buscaron un nuevo dirigente con capacidad de conducción; es decir un Führer. Esta “estrella salvadora” se llamaba Adolf Hitler y era miembro del partido Nazi.

El Partido Nacional Socialista Obrero Alemán tuvo su origen en una filial del Comité Libre para la Paz de los Trabajadores Alemanes, creada en marzo de 1918 por Anton Drexler, cuando aún se luchaba en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Luego de la guerra, el 5 de enero de 1919, Drexler fundó el Partido Obrero Alemán, cuyo nombre daba la impresión de ser un partido marxista más de los tantos que pululaban en Alemanía en aquella época. Sin embargo, no lo era.

En julio de 1919, como miembro de los Freikorps, grupos paramilitares de derecha, Hitler, el ex-cabo y veterano de las trincheras del Somme, fue infiltrado en las reuniones de este partido para detectar potenciales golpistas de extrema izquierda que pudieran tomar el poder por la fuerza. Sin embargo, quedó deleitado por los lineamientos que Drexler había impuesto en este oscuro nuevo partido: nacionalista, anti-marxista y anti-semita. Para 1920, Hitler, ya afiliado al partido, y otros miembros, decidieron cambiarle el nombre y llamarle Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, lo que quiere decir Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, o simplemente Nazi.

El partido Nazi tenía una estructura vertical y militarizada de fuerte militancia. Tenía dos grupos paramilitares, las SA (Sturmabteilung: destacamento de choque) y las SS (Schutzstaffel: pelotón de protección). El primero usaba uniforme marron y era un grupo de apriete e intimidación, y el segundo era la guardia personal de Hitler y del partido.

MiHeL