Los mercados le dan la espalda a AMLO

La semana pasada dijimos que el tipo de cambio se había visto presionado por diferentes razones, tanto externas como internas. La más importante había sido el nerviosismo por el resultado de la consulta sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de México(NAIM).

 

El viernes pasado el precio del dólar cerró en 19.36, pero el domingo en la noche, con los mercados ya abiertos en Asia, el peso comenzó a depreciarse tan pronto como se comenzaron a dar los resultados de la consulta a las 22:00 hrs.

 

La caída se prolongó el lunes, tras la confirmación en conferencia de prensa de que el presidente electo apoyaría la decisión de cancelar el proyecto del NAIM de Texcoco. Mientras AMLO hablaba, el dólar escalaba.

 

Pese a que él y su equipo se cansaron de repetir que “no pasaría” nada, pues según ellos los contratistas no sufrirían pérdidas y se les “respetarían” los contratos en una nueva ubicación, los mercados financieros se encargaron de darle su primera bofetada. Si el presidente electo creyó que los afectados se limitarían a los contratistas y sus empleados, estaba muy equivocado.

 

Después de su conferencia de prensa, el tipo de cambio se disparó hacia la resistencia de los 20.10 pesos, luego corrigió a la baja, y ayer martes alcanzó un máximo de 20.14 pesos, nivel no visto desde principios de julio. Al cierre de este artículo la cotización sigue por encima de las 20 unidades.

 

Pero, ¿por qué es importante seguir el precio de la divisa estadounidense? Porque nos sirve como indicador del sentimiento de los grandes inversores mayoristas en un momento dado: cuando una decisión no les gusta o los pone nerviosos, deciden cambiar pesos por dólares, y con este aumento de la demanda sube el precio. El salto suele ser momentáneo, pero marca tendencia con el paso del tiempo

 

El dólar sigue siendo considerado por el público internacional como un refugio seguro contra la volatilidad, el nerviosismo y las crisis.

 

Por eso el peso tuvo su peor día desde el día siguiente al triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre de 2016, pues para molestia de AMLO, los inversionistas le dieron en vivo, y ante los ojos de todo el mundo, un voto de desconfianza.

 

Hay además otros mercados que también sirven de indicador, como la Bolsa Mexicana de Valores, que cayó el lunes más de cuatro por ciento, y ayer extendió sus pérdidas, aunque de manera moderada.

 

Así como cambian el peso por el dólar, los inversores también liquidan posiciones bursátiles para buscar protección en otras clases de activos de menor riesgo.

 

¿Qué les preocupa a los inversionistas nacionales y extranjeros? Que mediante consultas o por decisión presidencial, se pueda incumplir con la mano en la cintura, contratos ya firmados en otros sectores como el sector energético y el minero, lo que crea incertidumbre y desincentiva la atracción de inversiones cuando más las necesitamos.

 

Es ese el punto más relevante y preocupante, incluso más que la propia cancelación del NAIM: cuando se pierde la confianza de quienes arriesgan su capital al invertir, los costos se disparan no sólo para el gobierno, sino para toda la economía.

 

No olvidemos que venimos de un proceso de dos años de negociaciones del TLCAN (ahora T-MEC), que detuvieron y pospusieron miles de millones de dólares en inversión. Ahora una vez que se ha llegado a acuerdos en materia comercial, se presenta innecesariamente un nuevo factor de incertidumbre y desconfianza creada por un gobierno que ni siquiera está en funciones.

 

Los efectos de esta pérdida de confianza YA se están haciendo sentir y se mantendrán durante años: al alza del dólar seguirán mayores presiones en la inflación y en todas las tasas de interés.

 

No es casualidad el disparo que se ha visto en los rendimientos de los bonos mexicanos -incluidos los del NAIM y Pemex-, como consecuencia de su pérdida de valor.

 

Tipos más elevados implica también que el gobierno pagará más caro el servicio de su deuda, pagará más intereses por los créditos que vaya a contratar para otros grandes proyectos como las (inviables) refinerías o el Tren Maya, y que la población en general verá cómo los préstamos de vivienda, autos, personales y de tarjeta de crédito se vuelven más difíciles de contratar y pagar.

 

Las críticas que han llovido sobre AMLO lo hicieron intentar calmar las aguas con un video subido ayer a Twitter, en el que -ironías de la vida- afirma que “hubo un desplazamiento en el peso, no una devaluación.” Fallido intento.

 

La decisión de cancelar Texcoco es tan grave, que deben hacerse todos los intentos este mes de noviembre, para que logre salvarse. La cura para una mala decisión, es tomar una buena, no hacer como que la mala no importa.

 

En este sentido, el secretario de Turismo, Enrique De la Madrid, ha puesto en la mesa la propuesta de que empresarios privados compren el resto de la construcción del NAIM al gobierno. Sin costo para el erario público, AMLO ya no tendría pretexto alguno para echarlo abajo.

 

Revivir al NAIM traería beneficios instantáneos, como una mayor estabilidad al tipo de cambio, mejoras en las perspectivas de crecimiento (que se han deteriorado de golpe), mayor inversión al país, y con ello, menores presiones sobre la inflación y las tasas de interés.

 

En este espacio la realidad es que no estamos optimistas, pero ojalá nos equivoquemos. Si el presidente electo insiste en enfrentarse con los inversionistas, las bofetadas que hoy le dan pasarán a convertirse en severos golpes.

 

Quienquiera que se les enfrente está condenado a perder, y si se empeña en desafiarlos, son los ciudadanos los que terminan pagando todos los platos rotos.

 

AMLO debe hacer a un lado la soberbia de su triunfo electoral. Si no lo hace, el colapso económico que muchos tememos, llegará más temprano que tarde.

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