Análisis Gabriela Siller Banco BASE/Perspectiva económica de Estados Unidos

PERSPECTIVA ECONÓMICA DE ESTADOS UNIDOS

Primer trimestre 2020

*La economía se contrajo a una tasa trimestral anualizada de 4.8%, la caída más profunda desde el primer trimestre del 2009.
*Las ventas minoristas tuvieron una caída de 8.7%, la mayor caída desde que se tiene registro de la serie (1992).
*En 5 semanas (21 de marzo al 18 de abril) se acumularon 26.45 millones de solicitudes de apoyo por desempleo.
*La tasa de interés de la Fed se recortó de manera extraordinaria en dos ocasiones, situándola en un rango de 0.00 – 0.25% y
se abre la posibilidad a tasas de interés negativas por primera vez en la historia de EEUU.
*Se aprobó el paquete fiscal más amplio de la historia de Estados Unidos, equivalente a 2.2 billones de dólares.


Fin de la Expansión
Durante el primer trimestre del 2020, el PIB de Estados Unidos se contrajo a una tasa trimestral anualizada de 4.8%, la primer
contracción trimestral desde 2014 y la caída más profunda desde el primer trimestre del 2009. Para efectos de comparación con
México, esto equivale a una contracción trimestral de 1.2%. Hasta hace poco Estados Unidos se encontraba en su mayor expansión
económica (114 meses) desde que existen registros. Sin embargo, este periodo llegó a su fin debido al shock externo del coronavirus,
un evento sin precedentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS), anunció el 12 de marzo que a partir de ese momento el Covid19 era considerado una pandemia global, este día Estados Unidos tenía registrados 2,837 casos. El día de hoy, es la nación con mayor
número de infectados, superando 1 millón de casos.


La disminución en el PIB refleja el impacto del coronavirus durante
marzo, con contribuciones negativas en el consumo personal, la
inversión no residencial y las exportaciones. La pandemia afectó
especialmente a los servicios: los restaurantes cerraron, los vuelos
se cancelaron y los hoteles estuvieron en su mínima capacidad.
Debido a esto, la contracción del PIB se atribuye principalmente al
sector servicios. Sin embargo, es importante destacar que el
subsector de servicios de salud fue el más afectado, contribuyendo
a la caída del PIB con 2.25%, por encima de los servicios de comida
y alojamiento con 1.67%.


Ante el brote de coronavirus, se pidió a los hospitales que
cancelaran los procedimientos electivos no esenciales y las
cirugías no urgentes, incluyendo desde operaciones de rodillas,
hasta biopsias de cáncer y reconstrucciones. Este llamado se hizo
oficial el 20 de marzo, con la intención de liberar espacio, recursos
y personal médico para atender a pacientes con Covid-19.


Cambio en Hábitos de Consumo


El gasto de consumo es el componente con mayor peso en el PIB de Estados Unidos, representa aproximadamente el 70% de la
actividad económica del país. Durante los primeros dos meses del año, el gasto en consumo personal creció a una tasa mensual de
0.2%. Sin embargo, al final del primer trimestre, el consumo tuvo una contracción de 7.6% en comparación al trimestre anterior, la
caída más profunda desde 1980. Los hábitos de consumo, cambiaron completamente a partir del día 13 de marzo, cuando se declaró
la emergencia nacional y se impusieron medidas de confinamiento. Este cambio se observó en las ventas minoristas de marzo, mes
en el que retrocedieron a una tasa mensual de 8.7%, la mayor caída desde que se tiene registro de la serie (1992) y más del doble de
lo registrado durante la Gran Recesión. Cabe destacar que se observó una clara preferencia de consumo a los artículos comestibles,
con un aumento de 25.6% con respecto a febrero. Debido probablemente a las compras de pánico. Sin embargo, este aumento en
consumo se elimina con las grandes caídas en otros rubros, como es el caso de las tiendas de ropa, que mostraron una contracción de
50%.

Se espera que el consumo siga a la baja, incluso con un impacto más pronunciado en el segundo trimestre, ya que mientras las medidas
de confinamiento continúen, mayor será el golpe sobre la economía, habrá mayor desempleo, menores ingresos y por lo tanto menor
consumo. Asimismo, se espera que los hábitos de consumo en el periodo de contingencia, determinen en buena medida las empresas
que puedan sobrevivir a esta crisis. El encierro de los consumidores es un factor importante que está precipitando la crisis económica,
a diferencia de otras crisis en las que el sector servicios ayudaba a evitar que el impacto fuera muy profundo. Tal vez por eso, a esta
crisis se le está llamando “El Gran Encierro”.

La caída en el consumo, va en línea con los resultados del Índice
de Confianza del Consumidor de la Universidad de Michigan, el
cual indica que la situación que se vive en torno al coronavirus
ha reducido el optimismo de los consumidores y se espera que
siga haciéndolo en los próximos meses. En marzo, el índice se
ubicó en un nivel de 89.1, la lectura más baja desde octubre de 2016. Asimismo, representó una caída mensual de 11.9 puntos,
la más grande desde octubre 2008 y la cuarta caída más
profunda en registro (1978). Al desglosar el índice, se observa
que el componente que registró la mayor pérdida es el
correspondiente a las perspectivas de la economía durante los
próximos 12 meses, el cual cayó en 29 puntos representando el
83% del total de la diminución de marzo. Los datos preliminares
de abril, sitúan al índice en un nivel de 71, lo que equivale a una
reducción mensual de 18.1 puntos, que sería la mayor caída en
registro.

Ante una economía que se esperaba que creciera a un ritmo anual del 2%, antes de enfrentar la pandemia, estos recortes en el
consumo pueden propiciar una recesión más prolongada. Conforme se levanten las restricciones de distanciamiento social habrá una
serie de respuestas: a) algunos consumidores regresarán rápidamente a sus patrones de gasto, b) otras personas pueden tomar tiempo
en reanudar sus hábitos de consumo y c) habrá personas en las que existirá un nuevo patrón de consumo y una nueva normalidad.
Además, es probable que los consumidores reacomoden sus prioridades en relación al ahorro, aumentando sus fondos de emergencia
como medida de precaución.

Interrupción en el Comercio Internacional


Durante los primeros meses del 2020, el cierre de diversas fronteras alrededor del mundo generó repercusiones en el comercio
internacional. El efecto de la pandemia actual ocasionó el paro de actividades de fábricas y servicios de transporte, interrumpiendo
las cadenas de producción y suministro globales. Con los datos reportados a febrero, se puede ver el impacto entre Estados Unidos y
su socio comercial más importante, China (en 2019 representó el 6.5% de las exportaciones de EEUU). La relación comercial entre los
dos países, parecía haberse estabilizado con la firma de la Fase 1 a inicios de este año, poniendo tregua a la guerra comercial sostenida
desde el 2018. Sin embargo, la implementación de la misma ha sido parcial e inconclusa, pues las medidas sanitarias tomadas por el
Covid-19 no lo han permitido de otra forma. Como resultado, las exportaciones de Estados Unidos a China tuvieron una contracción
del 13.9% en febrero, en comparación al mismo periodo del año anterior, las importaciones disminuyeron 31.3%, la mayor caída en
registro (1993). Se espera que el impacto de la pandemia, para el caso de Canadá y México, los socios comerciales pertenecientes al
recientemente ratificado TMEC, se vea durante el segundo trimestre ya que en estos países la pandemia llegó en marzo.

Respuesta de Política Fiscal y su Efecto en las Finanzas Públicas
Ante el brote del coronavirus, se anunciaron paquetes fiscales enfocados en dar a las empresas y a las personas, los recursos necesarios
para sobrevivir el paro obligado provocado por las medidas de confinamiento (ver anexo). Estos amplios apoyos, van a llevar a un
aumento considerable en la deuda del país como proporción del PIB, causado tanto por las políticas expansivas, como por la
contracción en la economía. Una política fiscal sostenible, se define como aquella en la que la relación entre la deuda pública y el PIB
se mantiene estable o disminuye a largo plazo. Al final del año fiscal 2019, Estados Unidos ya se clasificaba como un país con una
trayectoria fiscal insostenible, de acuerdo al Departamento del Tesoro.

Es importante recordar que la crisis actual es muy diferente a las enfrentadas anteriormente. Ante la contingencia del Covid-19, no se
considera como un problema importante que Estados Unidos aumente en gran porcentaje su deuda pública, ya que el gasto en
respuesta al virus está pensado como algo puntual, no como un aumento en los niveles de gasto estructural y en los déficits
presupuestarios de forma indefinida. Además, Estados Unidos cuenta con una gran ventaja al tener a la moneda de reserva global, la
cual se fortalece en momentos de crisis mundial. Sin embargo, existen factores de riesgo que van a limitar el espacio fiscal dentro de
unos años. Por un lado, la población en Estados Unidos está envejeciendo, esto implica que el gasto público en atención de la salud,
por ejemplo, tendrá que aumentar drásticamente en los próximos años. En segundo lugar, los ingresos por impuestos tendrán un
desplome importante, ya que los efectos de la pandemia, reducirán el gasto de los consumidores y los salarios de los trabajadores.

Respuesta de Política monetaria


La Reserva Federal (Fed) ha dejado claro que usará todos sus recursos para mantener el bienestar de las empresas y las personas
estadounidenses. A lo largo de los últimos dos meses, se han anunciado una serie de medidas (ver anexo) para poder cumplir con sus
dos objetivos: mantener el empleo máximo, que en el largo plazo se ha estimado que equivale a una tasa de desempleo de entre 3.5
y 4.5%, y conservar el poder de compra de las personas con una tasa de inflación del 2%. Las acciones de política monetaria que se
han anunciado hasta el momento aumentan el balance de la Fed por arriba de los 6 billones de dólares, rebasando el máximo en
registro de 4.5 billones de dólares alcanzado en 2014. La crisis actual abre la posibilidad a tasas de interés negativas en EEUU por
primera vez en la historia.

Empleo


Durante el periodo de expansión en Estados Unidos, se registró un
alza constante en la fuerza laboral. Desde el año 2010 y hasta febrero
2020, se crearon un total de 22 millones 669 mil empleos. Asimismo,
la tasa de desempleo bajó desde 9.5% a 3.5%, cifra alcanzada en
febrero del 2020, igualando la tasa más baja desde hace 60 años. Sin
embargo, este gran periodo de expansión terminó por el shock
externo del coronavirus. Las medidas de aislamiento han provocado
el cierre temporal de empresas de sectores no esenciales.


El coronavirus, ha ocasionado la destrucción de 701 mil empleos
durante marzo, equivalente a un aumento en la tasa de desempleo
de 0.9%, el cambio mensual más alto desde 1975. Así, la tasa de
desempleo en marzo se ubicó en 4.4%, cifra no vista desde agosto 2017. El sector más afectado fue el de ocio y hospitalidad, donde se
perdieron 459,000 empleos, es decir, 65% de total. Los siguientes
sectores más vulnerables fueron los relacionados a la asistencia social
y de salud (9%), servicios profesionales (7%) y los empleos en tiendas
minoristas (6%).

Cabe señalar, que estos datos son hasta el 12 de marzo, por lo que no se capturan los efectos del rápido crecimiento de la pandemia, los cuales se observaron durante la segunda quincena de ese mes.

Sin embargo, este impacto es evidente en las solicitudes de apoyo por desempleo, las cuales alcanzaron un máximo histórico de 6
millones 648 mil en la semana que terminó el 28 de marzo, cifra equivalente a casi 10 veces el máximo alcanzado durante la crisis
financiera del 2009. El acumulado de las solicitudes de apoyo por desempleo de las últimas 5 semanas (21 de marzo al 18 de abril),
muestra que se destruyeron 26.45 millones de empleos, como comparación, en la Gran Recesión del 2009 este indicador se tardó 27
semanas en alcanzar los 10 millones. Por lo anterior, es probable que la tasa de desempleo durante abril se ubique cerca del 14% y
que en mayo alcance una tasa por arriba de 17%, nivel no visto desde la Gran Depresión de los años 30s. Cabe recalcar, que la tasa de
desempleo podría ser mayor pues el choque de oferta a causa de la pandemia también ha desalentado la búsqueda de empleo, lo que
probablemente reducirá la tasa de participación laboral.

Dependiendo de cuanto tarde en re abrirse la economía, será el tipo de recuperación que se vea en el país. Ya sea en forma de U, con
un fondo prolongado, o de V con una fuerte caída seguida de un fuerte rebote. De ser una recuperación rápida, se esperaría que el
desempleo sea cíclico, con más desempleos temporales que permanentes. Sin embargo, al ser una crisis sin precedentes, en la que el
miedo puede prevalecer, es probable que haya un gran porcentaje de desempleo permanente. Una mayor pérdida de empleos
permanentes sugeriría un aumento en el grado de desajuste entre las aptitudes que poseen los desempleados y las que exigen los
empleadores, creando así desempleo estructural, el cual implicaría una tasa de desempleo significativamente más alta a la que se ha
alcanzado en el pasado. Para la Fed, será relevante identificar el tipo de desempleo lo antes posible, ya que tiene grandesimplicaciones
para la política monetaria. Si el desempleo es mayormente cíclico, entonces la solución directa es adoptar medidas para aumentar la
demanda agregada. Si, por el contrario, el desempleo es mayormente estructural, podría preocupar el hecho de que aumentar la
demanda agregada tenga poco efecto en el desempleo y sirva sólo para presionar la inflación.

Inflación
Durante 2019, la inflación se mantuvo por debajo del objetivo de la
Reserva Federal de 2%. Sin embargo, a finales del año y principios
del 2020, la tasa comenzó a subir alcanzando 2.5% en enero, como
resultado del aumento en los precios de energéticos. Los precios
spot del Brent cerraron a 70 dólares por barril el 6 de enero, el nivel
más alto desde mayo de 2019, después de las operaciones militares
estadounidenses en Irak. Este aumento en la inflación general, se
eliminó con la incertidumbre que se vivió al final del primer
trimestre, la inflación se vio afectada principalmente por dos
factores: la pandemia del Covid-19 y la guerra en los precios de
petróleo. La tasa de inflación anual bajó en marzo a 1.5%. Esta caída
en la inflación general, se traduce en una reducción mensual de 0.4%
del Índice de Precios al Consumidor Urbano (CPI-U), la mayor
contracción mensual desde enero 2015. Los tres componentes que
tuvieron una mayor caída fueron: las tarifas aéreas con 12.6%, los
precios de alojamiento con 6.8% y la gasolina con 10.5%, provocada
tanto por la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita, como
por la reducción en la demanda ante las medidas de confinamiento
por el brote del coronavirus.

Por su parte, la inflación subyacente, la cual sirve como un mejor indicador sobre la tendencia de la inflación a largo plazo, al excluir
los precios más volátiles (comida y energía), mostró una reducción de 0.1%. En términos anuales, esta tasa de inflación se ubicó en
2.1%. A pesar de que la demanda por bienes de consumo básico, aumentó de manera significativa ante la crisis, no hay un aumento
considerable en la inflación, porque las ponderaciones no cambian. Es decir, algunos artículos muy demandados en las condiciones
actuales, tienen ponderaciones bajas al ser artículos que normalmente no son muy demandados, como el gel antibacterial y los
cubrebocas. Al usar patrones de consumo históricos para las ponderaciones, la lectura de inflación se distorsiona en tiempos de crisis,
cuando los hábitos de los consumidores cambian por completo. Ante esto, la inflación medida con la ponderación tradicional pierde
relevancia durante estos periodos, ya que no refleja los precios que enfrentan las personas en su “nueva canasta” derivada de los
cambios en consumo. Cabe recalcar que además, es muy probable que los consumidores no regresen a sus hábitos anteriores, por lo
que al terminar la pandemia, será necesario recalibrar la canasta básica en base a la nueva realidad que se viva.

Expectativas de Crecimiento Banco Base


Las expectativas económicas han cambiado significativamente en unos meses. El coronavirus es un evento sin precedente en la historia
reciente y por lo tanto existen un número infinito de posibilidades de impacto económico, dentro de las cuales existen sub escenarios
con respecto a 1) la guerra de precios del petróleo, 2) la percepción de riesgo global 3) la duración de las medidas de confinamiento
4) la forma en la que responderemos los consumidores y empresas, los cuales en tiempos de incertidumbre no actuamos siempre con
la racionalidad que asumen las teorías económicas. Ante estas condiciones se abre la posibilidad de tres escenarios de crecimiento
para el año 2020.

Es importante recordar que el cierre de escuelas y negocios no esenciales, ocurrió en el último mes del trimestre, por lo tanto, bajo el
escenario central, se espera que el mayor impacto sea en el segundo trimestre, alcanzando una contracción trimestral anualizada de
26%.


La pandemia del coronavirus, ha llevado a la economía global a entrar en una recesión que nadie tenía prevista, las medidas de
distanciamiento social aplicadas alrededor del mundo causaron un paro obligatorio mundial, un “Gran Encierro”. Los próximos meses
serán determinantes para entender la nueva realidad económica a la que nos enfrentaremos, el desenlace de la crisis de salud,
económica y también la crisis petrolera, marcarán la pauta de las condiciones económicas durante el resto del año.

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