De Presidente a Presidente

La toma de posesión de Donald Trump no nos da un momento de respiro. El actual presidente de los Estados Unidos llegó al poder en medio de protestas y reclamos nunca antes vistos. Su popularidad es la más baja en 60 años, tanto que los expertos de la “elección racional” ya preparan los tres escenarios posibles para su salida.

La Resistencia empezó a operar –que no a planearse y a organizarse– veinticuatro horas después de que el nuevo presidente se acomodara en la silla de Abraham Lincoln.

A diferencia de otras tomas de posesión de tiranos, ésta vez en las calles se vieron muestras de repudio, de descontento; lo que muestra que los ciudadanos del siglo XXI tenemos claro qué queremos y cómo lo queremos. También, que no vamos a conformarnos con un destino triste cuando podemos alcanzar el horizonte al que tenemos derecho.

La marcha de las mujeres fue el termómetro que midió nítidamente el descontento mundial frente a la nueva administración. Hoy, los presidentes de todo el mundo conocen del malestar de los ciudadanos por la línea de la nueva administración de la Casa Blanca. Así, es tan fácil elegir la postura correcta como difícil tener la valentía para llevarla a sus últimas consecuencias.

No hay un sentimiento de revancha ni de antiamericanismo. Lo que salió a la luz fue la posición de resistencia: ninguna ni ninguno permitiremos un retroceso en los derechos que hemos ganado; tampoco permitiremos que la intolerancia sea la marca de la casa; estamos dispuestos a organizarnos y no dar tregua alguna a quien no hable y respete el lenguaje de los derechos.

Llama la atención que la participación de la marcha de las mujeres en México haya sido tan poca; sobre todo si consideramos que en otros lugares del mundo los manifestantes se opusieron al muro fronterizo que nos impacta directamente.

Mucho me temo que el  malestar social mexicano está en una etapa de aletargamiento corrosivo que sólo anuncia explosiones desarticuladas. Y eso, estratégicamente, es un error. El liderazgo que tenga la valentía de levantar la bandera anti-Trump en México capitalizará su fuerza en las elecciones del 2018.

Hay que saber estar del lado correcto de la historia: ser valiente y enfrentar a los dictadores, a quienes van en contra del espíritu de los tiempos, a los que impiden el paso del progreso. Es incontrovertible que eso significa plantarle cara a Donald Trump.

La reunión con el Presidente de nuestro país, Enrique Peña Nieto, será un momento clave pues impactará desde la economía hasta el ánimo nacional. Estoy segura de que el Presidente sabe que sus ciudadanos necesitamos que tenga una postura firme –como la que ha mostrado en los últimos mensajes– que defienda los intereses de la nación. La actitud correcta será la de mantener la cara en alto y la dignidad intacta: negociar de Presidente a Presidente.

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