Espejito, espejito, ¿quién es el presidente más bonito?

Poder decir, poder hablar, poder disentir son acciones que, muchas veces, damos por supuestas. Asumimos que cualquiera puede expresar sus ideas, sus pensamientos; que opinar es una manera de fortalecer a la democracia; que la prensa informará, criticará y cuestionará a los gobiernos en aras del bien común.
Pero no. En la polarización política estadounidense, hay medios que se han conformado con alabar y los que no, han sido excluidos de la información. Los medios de comunicación cumplen una función insustituible: informar a la sociedad, propiciar el debate público, señalar los excesos, ofrecer espacios de discusión. Trump lo sabe y, por eso, excluye de sus conferencias a quienes se atreven a la crítica, al disenso; lo hizo, como candidato, con el periodista mexicano, Jorge Ramos, de la cadena Univisión. Lo ha hecho como presidente con CNN, The New York Times, Politico…
Imagino esta charla, inspirada en el diálogo entre la Madrastra de Blanca Nieves y su espejo mágico, sancochada con las peculiaridades políticas de la era Trump: bizarra, primitiva pero real.
—Medio de comunicación, cadena de noticias, ¿quién es el presidente más guapo del mundo?
—Naturalmente, tú. Amado recuperador de nuestra gran nación. Solo tú has sabido defender nuestra supremacía blanca. Te critican los feos, los morenos, los musulmanes, los pobres, los mexicanos. Pero, ¿qué te importan? Nosotros estamos aquí para defenderte de esos seres insignificantes.
—Medio de comunicación, cadena de noticias, ¿verdad que todo lo que hago está bien?
—Por supuesto, ¡oh grandioso salvador de nuestros valores! De no ser por ti, estaríamos llenos de inmigrantes —todos delincuentes— que se roban nuestros empleos, nuestro dinero y a nuestras mujeres. ¡Gracias, presidente! No seríamos nada sin tu muro, sin tu veto migratorio, sin tu afán de protección por nuestras fronteras.
—Medio de comunicación, cadena de noticias, ¿verdad que están de acuerdo con todo lo que hago porque soy grandioso e infalible? ¿Verdad que no tengo que respetar las leyes? ¿Ni los tratados internacionales? ¿Ni toda esa basura propagandística de Obama y Hillary?
—No, presidente. Tú estás para servir a los empresarios, como tú. A los dueños de las aseguradoras que lucran con la salud de las personas. ¡Abajo el Obamacare! Tú tienes que garantizar que las mujeres sean los objetos decorativos que son, como tus edificios.
—Lo sabía. Todos los espejos que no reflejen mi grandiosa gestión son enemigos de América; no me reflejaré en sus superficies dañadas. De ser posible, los romperé.
¿Quiénes tienen miedo a hablar? ¿Quiénes rehúyen a la discusión pública? ¿Quiénes no soportan la crítica? Los autoritarios que actúan caprichosamente, que esperan el aplauso fácil de sus cómplices-subordinados. Pero en democracia, sólo la verdad nos hará libres.
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@ValHumanrigther

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