Reflexiones sobre el sismo

En el 2004, el geofísico Cinna Lomnitz publicó un artículo en el que analizó las condiciones geológicas de la Ciudad de México y las implicaciones de éstas para la planeación urbana y de riesgos de la Ciudad de México.

“La resiliencia es, por supuesto, necesaria para un guerrero; pero también lo es la empatía”.

Phil Klay, escritor estadounidense.

En el 2004, el geofísico Cinna Lomnitz publicó un artículo en el que analizó las condiciones geológicas de la Ciudad de México y las implicaciones de éstas para la planeación urbana y de riesgos de la Ciudad de México. Su análisis lleva a una conclusión: no es una zona de riesgos sísmicos, sino de certeza de que los eventos sísmicos son constantes.

En México, la política pública pocas veces se desarrolla a partir de conocimiento científico.

Si bien en 1985 se realizaron adecuaciones a reglamentos y sistemas de construcción, (como lo señalaba Lomnitz), la misma ciudad presenta condiciones diferenciadas que llevan a que edificios construidos con las mismas normas, sufran daño en una parte de la ciudad y en otras permanecen intactos. Por ello, el conocimiento científico debe regir los cambios y adecuaciones a los modelos de desarrollo urbano futuros.

En esta coyuntura, en la que surgen expertos en cada esquina y propuestas con sentido de inmediatez pero poco útiles o viables, vale la pena recordar las palabras de Lomnitz: “no debemos ceder a la tentación de atribuir a causas tan vagas y generales como “la corrupción” o a la “mala construcción” o “las condiciones del subsuelo” y otras simplificaciones.

En materia de desastres debe evitarse cualquier reduccionismo. Y no es porque en la reconstrucción no deben investigarse estos temas, sino porque, por el contrario, hay que investigarlos todos, pero de forma seria y responsable.

Estamos nuevamente ante la oportunidad y la absoluta obligación de planear la política pública y las acciones de respuesta con una genuina visión técnica. Es preocupante que se realicen anuncios de canalización de recursos para la autoconstrucción, cuando de acuerdo con algunos diagnósticos preliminares, la destrucción de muchas construcciones tuvo como una de sus causas la autoconstrucción.

Por otro lado, se ha manifestado una gran sorpresa por el trabajo realizado por los jóvenes de una generación que muchos asumían apática. Siempre he creído, y así lo expresado en distintas colaboraciones, que no se trata de una generación apática, sino de una que se siente profundamente lejana, descreída, no representada y no vinculada a las practicas, condiciones e instituciones políticas y sociales existentes, pero que ha mostrado tener solidaridad y gran sentido de responsabilidad colectiva, conducta que en muchos casos aprendieron de la actuación de la generación de sus padres en 1985.

No conviene olvidar, sin embargo, que en medio de estructuras como las que prevalecen en este país, muchos de los movimientos surgidos de la sociedad en el 85, terminaron siendo instrumentos y mecanismos de control corporativo a través de líderes que, forjados hace 32 años, hoy son representantes fieles de lo más nocivo de la política clientelar actual.

Ahora, una generación más tecnificada y con más acceso información, está pudiendo generar iniciativas poderosas (como arribamexico.org), que liberen la fuerza de la sociedad y la acerquen a los sectores más afectados. Desafortunadamente, la inmediatez de la información también ha exacerbado la falta de verificación y la facilidad de propagación de mensajes erróneos o malintencionados.

Las crisis sirven para exacerbar lo mejor y lo peor de cada sociedad. Y entre lo peor, está la tardía, insensible, insuficiente y oportunista respuesta de la clase política (de todos los colores), y las posturas que creen que esta crisis es oportunidad para el rompimiento del régimen político, cuando la experiencia a nivel mundial muestra que esos fenómenos acaban en modelos todavía más perniciosos para la sociedad.

Las respuestas viscerales a problemas estructurales pueden sonar atractivas, pero casi siempre se quedan en cambios cosméticos que no afectan la esencia de los problemas estructurales que enfrenta nuestro país.

En la raíz de muchos de los problemas que enfrenta el país, se encuentra la corrupción y la falta de un estado derecho. Es la impunidad que se deriva de ello, la que posibilita que autoridades permitan construcciones defecuosas y que las empresas incumplan sus obligaciones legales y, por supuesto, éticas.

La coyuntura posibilita cambios y transformaciones, pero estas tienen que pasar por lo científico, por la atención de las necesidades de la sociedad, por la creación de mecanismos que maximicen el potencial de la solidaridad, por la canalización de recursos para atenuar la desigualdad y que, finalmente, todo ello opere en un marco de absoluta transparencia, que impida que, como en el 85, tengamos una ineficiente experiencia de reconstrucción y con funcionarios y empresarios que se enriquecieron ilegal y amoralmente.

Estamos ante una dolorosa oportunidad de empezar a construir un mejor país y para ello contamos, con el espíritu, la ética y el compromiso de los jóvenes, quienes, como muchos de mis alumnos y exalumnos, colaboradores, hijos de mis amigos y mi propia hija, nos han mostrado de qué está formado el corazón de un gran país.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter:

@martinezsolares

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