El cinismo como opción, la esperanza como elección

En el famoso libro de 2010, How judges think, el juez Richard Posner puso en claro que en los casos estándar, los jueces pueden restringir su argumentación a la lógica jurídica; pero que en los casos difíciles esos que terminan en las Cortes Supremas—, los jueces incluyen criterios subjetivos, opiniones emotivas y incluso hasta prejuicios.

Por ello, sólo un manipulador o un ingenuo sostendrían que el derecho carece de carga ética y política; es decir, que las decisiones judiciales se nutren de convicciones metalegales. Todos sabemos que la interpretación de las leyes pasa por el crisol de los principios filosóficos; también, que cuando eso no ocurre es porque triunfó el pragmatismo que es también una postura filosófica.

Por eso, el papel que desempeñan los jueces y en especial las Cortes Supremas de Justicia son tan importantes en la configuración política de los países. A manera de ejemplo, la Suprema Corte de Estados Unidos resuelve en promedio no más de 80 casos por año, pero su repercusión se refleja en la vida de la mayoría de los estadounidenses.

Hace unos días, el “justice” Anthony Kennedy anunció su próxima jubilación, que dejará una posición abierta a partir del 31 de julio. Kennedy estuvo 30 años en la Suprema Corte y su legado puede resumirse en la frase: “igual dignidad de todas y de todos frente a los ojos de la ley”. Con ella defendió férreamente los derechos de las minorías sexuales. En mi opinión, Kennedy no fue un juez cambiante, sino uno moderado; a veces, los casos exigían que votara con los conservadores; otras, con los liberales. La justicia debe ser así: ponderada y específica; lo otro no son más que vaciladas de leguleyos.

Trump ha entrevistado a Brett M. Kavanaugh, Amy Coney Barrett, Amul R. Thapar y Raymond Kethledge; todos ellos tienen credenciales académicas suficientes y experiencia probada. También, todos son conservadores. Por ejemplo, Brett M. Kavanaugh fue el juez que negó servicios de salud reproductiva a una inmigrante menor de edad, el otoño pasado. Por su parte, Amy Coney Barrett es la candidata ideal para intentar revertir la polémica sentencia de Joe vs Wade sobre el aborto; los republicanos piensan que nadie mejor que una mujer con fuertes convicciones religiosas para hacer ese trabajo.

La Corte actual está integrada de la siguiente manera: John Roberts, Clarence Thomas, Samuel Alito, Neil Gorsuch, conservadores; por su parte, Ruth Bader Ginsburg, Stephen G. Breyer, Sonia Sotomayor y Elena Kagan son liberales. Frente a este escenario, el voto del nuevo ministro será definitivo e repercutirá la vida de los estadounidenses.

En México, vienen dos reemplazos en la SCJN y ya son muchos los que se están apuntado. Es importante que los candidatos tengan la estatura moral, jurídica e intelectual de sus antecesores; necesitamos que los relevos no sean caprichos del poder, sino garantía de independencia, en México y en Estados Unidos.

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