Un Brexit duro, podría ponerle obstáculos al rally navideño del peso mexicano

Esta semana, por enésima ocasión, es crucial para saber si Reino Unido saldrá de la Unión Europea con o sin acuerdo comercial a fin de año.

Como ha sido una constante en los últimos años, los negociadores británicos y de la Unión Europea no han logrado solventar todos los puntos que les permita un acuerdo de última hora para evitar un final sin acuerdo del periodo de transición posterior al Brexit

En este sentido, desde el fin de semana los equipos negociadores de Reino Unido han llegado a Bruselas para reanudar las conversaciones. Ambas partes se esfuerzan por arreglar las diferencias surgidas en las últimas horas y que podrían hacer descarrilar el tan ansiado acuerdo. Ambas partes se habían marcado como fecha límite para alcanzar un acuerdo el pasado 15 de octubre. Sin embargo, el entendimiento ha sido imposible. Gran Bretaña dejará el mercado único europeo y la unión aduanera el 31 de diciembre. El próximo 10-11 de diciembre se reúne el Consejo Europeo para evaluar la situación.

Las conversaciones están en una posición muy difícil. Los tres principales puntos de fricción entre ambas Partes son:

  1. Pesca. La Unión Europea defiende mantener una situación lo más similar posible a la actual, en la que los pescadores europeos tienen acceso a las aguas británicas con las cuotas pactadas entre los Estados de la UE. Sin embargo, Londres apuesta por negociar anualmente las cuotas con los países del bloque, un arreglo similar al que se acordó con Noruega y que la Unión Europea considera técnicamente inviable por la gran cantidad de especies en las aguas británicas, a diferencia del convenio suscrito con Oslo. Reino Unido tiene una posición de superioridad porque algunos Estados miembros necesitan las capturas en aguas británicas y podrían sufrir “un daño horrible” sin acuerdo. Pero, por otra parte, el Reino Unido está interesado en un acuerdo porque no son capaces de vender todo el pescado que se captura en sus aguas.
  2. Competencia. La UE exige que el futuro acuerdo incluya garantías para asegurar una competencia abierta y justa entre las empresas británicas y comunitarias, de modo que las compañías del Reino Unido no se vean beneficiadas con ventajas de las que no pueden disfrutar las firmas de los Veintisiete (por ejemplo subsidios). El Gobierno británico, por contra, cree que esta cesión comprometería su soberanía, pues tendría que aplicar normas similares a las del club comunitario a pesar de haberse convertido en un país tercero.
  3. Gobernanza. Aunque la gobernanza del nuevo acuerdo ha sido fundamental durante toda la negociación, el tema cobró protagonismo tras la propuesta legislativa británica que viola partes del acuerdo de retirada, en particular, los aspectos relacionados con la frontera irlandesa. Ese proyecto dañó la confianza de los negociadores comunitarios en el Reino Unido, por lo que incluir en el nuevo acuerdo mecanismos para resolver disputas de manera eficaz resulta imprescindible para Bruselas

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Ambas Partes reconocen que si no se cierra un acuerdo en los próximos días será casi imposible analizarlo y aprobarlo a tiempo para que entre en vigor el 1 de enero de 2021 y, al mismo tiempo, que aceptar cualquier texto que salga de la negociación solo por tener un tratado no es una opción.

A partir de esa fecha, el Reino Unido dejará de estar vinculado a las estructuras comunitarias y pasará a comerciar con los Veintisiete según los aranceles y cuotas genéricos de la Organización Mundial de Comercio (OMC), a no ser que pacte antes un nuevo marco comercial.

Actualmente, los mercados financieros siguen considerando que tanto el Reino Unido y la Unión Europea alcanzarán un acuerdo comercial de última hora. Por eso es que los impactos de esta incertidumbre han pasado a segundo término opacados por los avances en la vacuna contra COVID-19 y por la posibilidad de mayores estímulos fiscales en EUA y monetarios en la Zona Euro. Si se materializa el tratado comercial en los siguientes días, la reacción en los mercados globales sería positiva, aunque limitada, al estar ya descontado por los inversionistas.

Sin embargo, conforme avance la semana y si aumenta la posibilidad de un Brexit duro (salida sin acuerdo) consideramos que los episodios de aversión global al riesgo se intensificarán, por lo que el rally positivo actual en los activos de mayor riesgo se vería amenazado.

No lograr un acuerdo obstruiría las fronteras, alteraría los mercados financieros e interrumpiría las frágiles cadenas de suministro en Europa y más allá mientras el mundo intenta hacer frente al enorme costo económico de la pandemia de COVID-19.

Aunque haya avances en la aprobación/distribución de vacunas y aprobación de un nuevo paquete de estímulos fiscales por parte del congreso estadounidense, un Brexit duro, le podría poner un freno a las ganancias del peso mexicano. Estimamos que podría tener una afectación de 40 centavos (depreciación del peso vs el dólar). Un Brexit duro podría retrasar aún más la reactivación económica global, con impacto final en los fundamentales de las distintas economías, incluyendo las emergentes.

En el euro es donde si podríamos observar una mayor afectación. Estimamos que el dólar euro podría cerrar el año en un rango entre 1.180 y 1.225 según el escenario, considerando que la implementación de las vacunas sigue según lo planeado.

Así, la afectación de estos escenarios para el peso euro es más acotada, y estimamos podría cotizar entre $23.80 y $24.50.

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