Cualquier fortaleza del peso, es pura ilusión

Los mercados bursátiles entraron en una especie de ‘borrachera’ de optimismo tras el triunfo de Donald Trump. Estamos en el extremo opuesto de aquellos días en que se desestimaban sus probabilidades de ganar la elección presidencial estadounidense, pero en los que se decía que de ocurrir, sería casi casi una especie de ‘apocalipsis’ económico-financiero.

Pasado el ‘calor’ de la campaña, los inversores se están autoconvenciendo de que no solo no será el fin del mundo, sino que Trump será ‘bueno’ para para la economía y los índices bursátiles. Discrepamos. Esta ‘luna de miel’ se acabará pronto y tiene tintes de burbuja.

En México se vive una ilusión parecida: el dólar –que después del 8 de noviembre alcanzó máximos históricos por encima de los 21 pesos en el mercado interbancario- ha perdido presión y se ha estabilizado entre los 20.20 y 20.80 pesos. Ayer tras la esperada alza de tasas de la Reserva Federal (Fed) el peso reaccionó con caída pero dentro de este mismo rango.

El gobierno mexicano sigue sin tener una estrategia clara y contundente frente a la amenaza Trump y, confiados, esperan que reconsidere sus posiciones contra México. A ese optimismo abonan versiones periodísticas en el sentido de que la intención del presidente electo es incrementar los flujos comerciales entre nuestros países. Ojalá.

Sin embargo, esta complacencia resulta muy riesgosa para todo aquel que se crea las versiones oficiales de que ‘todo va a estar bien’.

Veamos. Incluso si se presenta el más favorable de los escenarios externos, en el que Trump optara por no renegociar o cancelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), por no confiscar o gravar las remesas ni deportar masivamente a mexicanos indocumentados, la sola debilidad de las finanzas públicas nacionales hará caer más al peso.

El gobierno federal –y de hecho ninguno de los partidos de ‘oposición’- no está dispuesto a apretarse más el cinturón como debería. El PRI no va a escatimar en dinero público en dos años electorales tan importantes como 2017 y 2018, y menos, cuando carga a cuestas el desprestigio del presidente Peña Nieto.

Ahora hasta las siempre tardías calificadoras de riesgo crediticio tienen en perspectiva negativa la nota de México, que de hecho, ya debería ser más baja.

Por si eso fuera poco, la inseguridad, la corrupción y la impunidad son factores internos muy graves que nada tienen que ver con Trump, pero sí con ser un desincentivo adicional a invertir en México en momentos de incertidumbre económica global y débiles precios del petróleo.

De ahí que hagamos una advertencia: toda fortaleza del peso que se presente en estos días será efímera, y debe verse como una oportunidad para salir de él hacia el dólar y el oro, entre otros activos.

El escenario para nuestra divisa es el de perder-perder porque su debilidad es estructural, por causas internas que no se están corrigiendo, con independencia de lo que haga o no el señor Trump.

Por cierto, aquí pensamos que sí viene con todo contra México dado el perfil de los nombramientos que ha hecho en su gabinete.

Si a ello suma que la media de miembros de la Fed estima que 2017 cerrará con tasas 75 puntos base más altas que la actual (lo que supondría tres alzas de 25 pb en el año), se refuerza nuestra postura de que la debilidad del peso será una constante el año que entra.

E-mail: inteligenciafinancieraglobal@gmail.com

@memobarba

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