Hillary Clinton, una mala candidata

Ayer amanecimos con una encuesta de ABC News y Washington Post que ha puesto nerviosos a muchos, ya que Donald Trump apareció liderando la carrera presidencial con 46 por ciento de las preferencias entre posibles votantes, contra 45 de Hillary Clinton. Aunque esto es en realidad un empate técnico –por ubicarse dentro del margen de error-, lo cierto es que la tendencia del peor enemigo de México parece al alza, y la de Clinton, a la baja.

¿Por qué? Se dice que es gracias a que el viernes pasado el titular del FBI, James Comey, informó al Congreso que durante una investigación contra Anthony Weiner, expareja de una de las principales asesoras de Clinton (Huma Abedin), encontraron decenas de miles de correos electrónicos “pertinentes” para saber si ella puso en peligro la seguridad nacional mientras fue secretaria de Estado, entre 2009 y 2013.

Clinton utilizó en ese periodo un servidor privado para enviar correos en vez del oficial, protegido y encriptado además de sometido a las leyes de transparencia.

Se presume que miles de estas comunicaciones podían haber contenido información confidencial y haber llegado a manos de espías o hackers, y revelar este tipo de información, es ilegal.

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Hay una discusión sobre qué tan grave sería la falta y si esto en un caso extremo podría mandar a Hillary Clinton a la cárcel, o si sólo habría sanciones administrativas. Como sea, el hecho es que ella borró más de 30 mil emails que consideró “personales y privados”, que “nada tenían que ver con el trabajo”.

Con evidencia perdida, el caso se cerró y el ahora atacado por los demócratas y acusado por su “parcialidad”, James Comey, en ese entonces concluyó que no se le deberían levantar cargos criminales. Le aplaudieron los mismos que ahora lo atacan.

¿Qué hizo revivir el caso a Comey? Las presiones de sus propios agentes –que inconformes con la decisión de no perseguir a Clinton acumularon cartas de renuncia en su escritorio-, las nuevas evidencias encontradas en la laptop de Weiner y, sin lugar a dudas, la gran popularidad de Trump.

Sí. Ante una posible victoria de éste, Comey ha puesto sus barbas a remojar: si gana Clinton quizá ahí quede el asunto, pero si no, tiene un seguro que lo protege contra acusaciones de encubrimiento. Algo sabrá. Así que la reapertura de la investigación no es causa de la debacle de Clinton, sino efecto de la subida de Trump.

Ahora bien. A pesar de este bache en los sondeos, la mayoría todavía apunta a que las probabilidades favorecen a la ex secretaria de Estado sobre el republicano, a una semana de la elección del 8 de noviembre.

El punto aquí es que las encuestas no son confiables, menos aún cuando existe un favoritismo absoluto a favor de Clinton, al grado de ser políticamente incorrecto hablar mal de ella. La han blindado.

A propósito, miles de correos electrónicos filtrados por Wikileaks han exhibido la colusión entre el equipo de campaña de la candidata, el Comité Nacional Demócrata y grandes medios para favorecerla. Le sirvió para ganar a la mala, con dados cargados, la elección primaria contra Bernie Sanders, pero lo mismo, quién sabe si le alcance en la presidencial.

Es muy notable que, a pesar de ser la candidata del sistema, de los poderosos, de los grandes intereses delante y detrás de la cortina, no haya sido capaz de consolidar una ventaja amplia y definitiva: es una mala candidata.

Ahora bien. Incluso si suponemos que las encuestas se apegan a la realidad, está claro que su triunfo está en riesgo en el Colegio Electoral, donde su ventaja también es frágil. Un escenario de sorpresa en el que ganara Trump, no puede descartarse.

El tipo de cambio ayer se puso nervioso y el dólar llegó otra vez hasta los $19.50 en bancos, por lo que espere que esta volatilidad siga de aquí al próximo martes, y quizá más allá, si Trump gana. Por si acaso, más vale que esté prevenido.

E-mail: inteligenciafinancieraglobal@gmail.com

@memobarba

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