El pánico que observó el mercado financiero a finales de febrero por la propagación del virus fuera de China provocó una fuerte salida de capitales hacia instrumentos financieros seguros denominados en dólares. Los más afectados fueron los activos financieros con mayor riesgo, entre ellos los de países emergentes, depreciando fuertemente sus monedas.

Así, los movimientos abruptos en los tipos de cambio de las monedas han sido mayoritariamente externos y generales, a favor del dólar. Sin embargo, en las últimas semanas ha mejorado el sentimiento por riesgo en los mercados financieros globales. Esto en la medida que se ha visto cierto control en la pandemia en EE.UU.; avances hacia una vacuna al virus; mayores estrategias de reapertura de actividades económicas; para los países como México y Brasil un rebote en le precio del petróleo; pero sobre todo a una histórica batería de apoyos fiscales y monetarios de países desarrollados, lo que ha ayudado a recortar parte de las pérdidas de las monedas.

Como se observa en la siguiente gráfica, el comportamiento de las monedas de los principales países emergentes (excluyendo a China) es muy similar en lo que va del año, justificando el argumento de que su evolución ha sido hasta el momento más influida por choques externos que internos.

Sin embargo, hacia adelante, como maneje cada país la actual crisis económica y sanitaria y qué tanto se deterioren sus fundamentales definirá la evolución de sus monedas en los próximos años.
En este sentido, conviene recordar que los países de economías emergentes compiten por atraer flujos de inversión extranjera (directa y de cartera). Quien en términos relativos luzca más fortalecido, será en donde se registren mayores entradas de flujos y se reflejará en una apreciación más sólida de su moneda.

Aunque por el momento las decisiones y acciones internas han tenido poco impacto en la cotización cambiaria, en momentos de estabilidad financiera externa, estos elementos cobran mayor relevancia.