Contra los abusos en la Iglesia católica urgen un “cambio cultural”

Para afrontar los abusos sexuales y de conciencia en la Iglesia católica hace falta un “cambio cultural” y el avance de un “clima de transparencia”, no sólo la puesta en práctica de medidas jurídicas, aseguró el experto en derecho canónico Davide Cito.

En entrevista con Notimex, el catedrático de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma y director del Instituto de Ciencias Religiosas al Apollinare, sostuvo que obispos e instituciones católicas en diversas partes del mundo deben poner en práctica efectivamente las medidas que impulsó en su momento Benedicto XVI.

“Creo que desde el punto de vista jurídico los pasos dados por Benedicto, que no han sido cambiados, permanecen válidos. Lo que se advierte es que no se trata sólo de un desafío jurídico sino cultural, una sensibilidad de respuesta ante estos hechos. Los instrumentos existen, pero hay que usarlos”, indicó.

Recordó que si bien la mayoría de los casos que salieron a la luz en los últimos tiempos fueron registrados antes del año 2002, el Papa Francisco ha dicho que no importa que sean antiguos porque revisten de enorme gravedad.

Advirtió que los abusos no pueden minimizarse porque las heridas que provocan en las víctimas “no prescriben”. Por eso, siguió, el rechazo a este tipo de violencia está lentamente ganando terreno en la Iglesia.

Más adelante reconoció que Jorge Mario Bergoglio, pese a predicar la “tolerancia cero” desde el inicio de su pontificado, fue comprendiendo poco a poco la magnitud del problema.

En su reciente Carta al Pueblo de Dios, publicada el 20 de agosto, el pontífice instó a todos a poner en práctica las medidas de prevención y tutela impulsadas por Benedicto. Al respecto, Davide Cito consideró posible que en algunas diócesis esa puesta en práctica aún esté pendiente.

“Muchas veces se subestima el problema para evitar que se diga: ‘Tienes la obsesión de la pedofilia, la Iglesia no es sólo pedofilia porque tiene mucho más de que ocuparse’. Lo importante es encontrar un equilibrio”, estableció.

El especialista en derecho canónico hizo todas estas consideraciones a la luz de las recientes crisis en Estados Unidos, Chile, Australia y otras latitudes.

En la Unión Americana, un gran jurado de Pensilvania sacó a la luz las historias de unas mil víctimas de abusos cometidos por unos 300 sacerdotes a lo largo de 70 años, esto luego que el propio Papa quitase el cardenalato al exarzobispo de Washington, Theodore McCarrick, tras recibir denuncias fidedignas de abusos cometidos por él contra seminaristas.

Aunque McCarrick ahora enfrenta un juicio eclesiástico en el Vaticano y fue obligado a permanecer alejado de todo Ministerio público religioso, el exnuncio apostólico (embajador papal) en Estados Unidos, Carlo María Viganó, acusa al Papa de haberlo protegido y encubierto desde el 2013.

Sus señalamientos han abierto nuevamente la herida de los abusos en ese país y propiciado diversas reacciones contrastantes, incluyendo un fuerte criticismo contra la persona del Papa.

Aunque no quiso pronunciarse al respecto, Cito manifestó su deseo de que el Vaticano comunique abiertamente los motivos reales cuando un obispo es removido por abusos o por encubrimiento. “Es por la transparencia, eso no iría contra la buena fama de las personas sino a favor de la justicia”, precisó.

Constató que en los últimos años, tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad civil, ha cambiado la sensibilidad con respecto a las víctimas y si antes se las estigmatizaba, ahora cada vez más son escuchadas.

Señaló como posible que en el futuro surjan nuevas revelaciones, pero consideró que mientras más sensibilidad sobre el problema crezca no será tan necesario tener publicaciones para “despertar las conciencias”.

Sobre el rol del Papa Francisco en la crisis aclaró: “Él, por desgracia, heredó lo que ahora se está viviendo. Si me dijesen que los problemas fueron del 2015 en adelante, podría ser. Él no causó las cosas que salen a la luz ahora, de eso no hay dudas”.

“Pero también pone la cara y se asume la responsabilidad. En todo caso está mirando cuál debería ser la respuesta evangélica de la Iglesia a estos problemas. Por mi parte auguro que todos estos temas vayan a la justicia civil, que no sean juzgados en la Iglesia. Son crímenes como el homicidio, la Iglesia no tiene los instrumentos para hacer investigaciones profundas”, apuntó.

Precisó que es difícil pensar en erradicar definitivamente estas prácticas, en la Iglesia y fuera de ella, porque para eso sería necesario “eliminar el mal del mundo”. Empero, indicó que el objetivo debería ser que se reduzca lo más posible.

“(Hay que apuntar) a la transparencia, a la lealtad y al hecho que las víctimas sean acogidas bien, que no sean despreciadas. Que la Iglesia intervenga en forma eficaz y lo diga públicamente, que sea clara y diga: tal obispo, tal persona, fue removida por esta causa”, sentenció.

NTX/I/ABA/BGG/

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.