Nunca tomes lo que no es tuyo

El título de este artículo es una regla básica del mundo civilizado. Forma parte de algo mucho más amplio que puede resumirse en una palabra: el respeto a la LIBERTAD. Hay quien de manera convenenciera argumenta que la libertad no es buena porque nos lleva a que uno haga lo que se le dé la gana, sin restricción alguna. Eso es un gran error.

La razón es muy sencilla: hacer lo que a uno se le dé la gana implicaría cosas como lastimar a alguien, robarle o incumplir un contrato nada más porque sí, generando terceros agraviados. Una injusticia. A nadie se le debe violar su derecho a ser libre, a su integridad, a su propiedad, etc., y menos en nombre de una falsa ‘libertad’. Es común que el responsable sea alguien más fuerte, violento o mañoso que el afectado, y que por sus actos, debe ser castigado.

La única manera de que todos seamos libres por igual es con límites, bajo el principio de que mientras no se atente contra la libertad de nadie, se haga lo que uno quiera. Quien incumpla con esa condición, debe ser sancionado. Si esto no ocurre, la impunidad crea incentivos para que esos malos comportamientos se repitan y amplíen, y lo que no nos hace más civilizados, nos conduce a la barbarie.

La libertad entonces, va de la mano de la responsabilidad.

Aprender a comportarse es el signo más claro de civilización, y pasa, por una formación en valores que se enseñan y aprenden por lo general en el seno familiar. Esa por cierto, es otra asignatura pendiente de nuestro muy deficiente sistema educativo nacional, centrado más que nada en la transmisión de conocimientos.

Como podrá entenderse, no es casualidad que las sociedades que se desarrollan y prosperan, sean aquellas en las que los principios de libertad, propiedad privada y autonomía contractual, se hacen valer.

En cambio, donde dichos principios no se respetan, el atraso y la pobreza se perpetúan.

Como podrá entenderse, la civilización no es algo dado que una vez que se alcanza ya no se pierde. Todo lo contrario. Una sociedad civilizada está en riesgo permanente de perder esa condición si por cualquier causa comienza a abandonar los principios que la hicieron avanzar.

Del mismo modo, eso da esperanza a los habitantes de países hoy rezagados, pero donde si hacen bien las cosas, pueden de igual modo ascender a mejores condiciones de vida.

México no es la excepción.

Por supuesto, hacer las cosas bien significa cumplir con lo que nos corresponde como individuos, tanto como exigir que el gobierno cumpla con su obligación de brindarnos condiciones de libertad y seguridad.

Asimismo, pasa por limitar su tamaño, pues su ímpetu permanente hacia el dispendio se financia quitándole al ciudadano mediante impuestos y deuda, por lo que hay que minimizarlos.

Lo anterior, nos lleva también a recordar la importancia de contar con un sistema monetario de dinero honesto, sólido y competitivo –como NO lo tenemos-, pues uno fraudulento de dinero fíat, monopólico como el actual, es otra forma que usan el gobierno y los banqueros para tomar lo que no les pertenece y de abusar de ese poder en beneficio de unos cuantos.

E-mail: inteligenciafinancieraglobal@gmail.com

@memobarba

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