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La fiesta del ‘súper dólar’ apenas empieza

El portal de China Daily publicó un artículo de Dan Steinbock titulado Dollar, not yuan, poses biggest risk to world (El dólar, no el yuan, representa el mayor riesgo para el mundo), en el que el autor considera como mera ‘volatilidad de corto plazo’ la devaluación que ha sufrido la divisa china, y que la tiene hoy día en su nivel más bajo frente al dólar desde 2008.

El artículo evidencia que en China ven la ‘fiebre’ devaluatoria, diagnostican correctamente que la enfermedad la provocaron años de deprimir de forma artificial las tasas de interés a cargo de los principales bancos centrales y sus estímulos conocidos como ‘flexibilización cuantitativa’ (Quantitative Easing, QE), pero también que son incapaces de reconocer que cometieron esos mismos errores que en Occidente.

A causa de ello, los chinos inflaron su propia burbuja interna que ya explotó, y que está provocando que los capitales quieran huir en masa ahora hacia refugios más seguros –como el propio dólar y el oro-.

Nada de esto se va a contener pronto, lo que sumado a la inminente alza de tipos de la Reserva Federal estadounidense (Fed) en diciembre, predispone todo para el dólar se fortalezca ‘con esteroides’.

No por nada el Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés) en un reporte reciente calificó al dólar como el nuevo ‘Índice del miedo’ en sustitución del índice de volatilidad VIX, dado que ya no hay una correlación estrecha entre baja volatilidad y el apetito por pedir prestado como hasta antes de la crisis de 2008.

Esa renovada aversión al riesgo está llevando a la caída en el valor de monedas de países emergentes y de divisas consideradas como ‘fuertes’. No es casual que el Índice Dólar (que mide el valor del billete verde frente a una canasta compuesta por el euro, el yen japonés, el dólar canadiense, la libra esterlina, la corona sueca y el franco suizo) se encuentre en niveles máximos no vistos desde hace 14 años.

La debilidad estructural provocada por años de abundancia de crédito artificial que fluyó hacia economías emergentes, sumada a que los ‘estímulos’ fiscales y monetarios pospusieron un inevitable ajuste en países desarrollados, está generando desconfianza y temor en los inversores que buscan volver a la aparente seguridad del billete verde.

En este contexto, la victoria de Donald Trump en la carrera por la Casa Blanca ha colocado la cereza del pastel en esta fiesta del súper dólar que apenas comienza.

Hay un peligro real de que el dólar se infle en burbuja y esa es una mala noticia para todos.

La Fed ve con preocupación cómo el ‘tsunami’ de liquidez que empujó al mundo se le revierte, generando una muy destructiva ola deflacionaria que nos arrastra hacia la próxima crisis.

Que suba el dólar es lo mismo que decir que todo lo demás caerá. Esto es pues un mensaje de advertencia para las materias primas, los metales preciosos monetarios (oro y plata) y monedas como el peso mexicano que podrían seguirse desplomando, y peor, si Trump decide atacar de frente a China y a México por culpa de sus trasnochadas ideas mercantilistas.

Aun así, discrepamos de China Daily: el ascendente dólar no es una amenaza en sí, sino un simple síntoma. No es posible salir de una crisis provocada por exceso de deuda, consumo y crédito con más de lo mismo, como han intentado sin sentido gobiernos y bancos centrales del orbe desde 2008, incluyendo los chinos.

Al contrario. La condición económica global es peor, más endeble que entonces, y esta vez, cargamos con una deuda que ha crecido de manera exponencial.

Sólo el tiempo dirá si la Fed sólo sube los tipos para volver a cometer el error de bajarlos después.

Como quiera, en este ambiente deflacionario global se refuerza el caso para acumular oro y plata a manos llenas –por ser la forma más acabada de dinero contante y sonante-, y si es a precio de ganga, qué mejor.

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¿Por qué deberías estar acumulando Oro?

Hoy se dio a conocer que un francés heredó de un familiar fallecido, una casa que le tenía una muy grata sorpresa. Encontró escondidos un total de 100 kg. de oro. Según la nota publicada en El Mundo descubrió 500 piezas, dos barras de 12 kg. y 37 lingotes de 1 kg cada uno.

El tesoro se ocultaba en muebles, ropa y en el cuarto de baño, según la fuente.  Dice además que el antiguo dueño de la casa “había adquirido esta fortuna legalmente en los años 1950 y 1960. Se hallaron todos los certificados de autenticidad. Además del heredero, el Estado francés podría beneficiarse del afortunado hallazgo ya que, según la ley de sucesiones, le corresponde el 45%.”

En otro espacio volveremos al tema del voraz apetito de las autoridades fiscales por cobrar impuestos –eufemismo de lo que es ROBAR– a las herencias.

Por ahora, resaltaremos la tradición milenaria de acumular oro, y por qué esa sabia enseñanza debe seguir siendo imitada más que nunca.

Carl Menger –el fundador de la Escuela Austríaca de Economía- se encargó de explicar el largo proceso de discriminación entre mercancías que fungieron como intermediarios generales en los intercambios, que en distintos lugares al mismo tiempo –y en los mismos sitios en diferentes momentos-, culminó con la coronación del oro y la plata como el dinero por excelencia.

Por sus características físicas y propiedades, el ser humano siente un aprecio y atracción especial por el rey de los metales. Gracias a ello, es sin duda alguna la ‘materia prima’ más demandada de todas, como queda evidenciado en su razón de existencias/producción (o ratio stocks-to-flow). Lo que esto significa es que cada onza que se extrae de la Tierra no se consume como el petróleo, el maíz, el arroz, etc., sino que se acumula en alguna forma, como barra, moneda, lingote, joya, etc.

Ese aprecio superior es lo que le da valor –que es cualitativo-, y que para fines prácticos es constante. No hay otra opción que lo iguale, ni siquiera la plata, que es la ‘reina’ monetaria.

Tener oro es ejercer demanda, y sólo se convierte en oferta en el momento en que se pretenda venderlo.

Como ha explicado el Prof. Antal Fekete –fundador de la Nueva Escuela Austríaca de Economía-, el oro desafía las leyes de la oferta y la demanda, mientras al mismo tiempo echa por tierra la teoría cuantitativa del dinero.

Y es que cada año hay más oro sobre la faz del planeta, pero su producción anual es pequeña en comparación con lo ya existente. Así, la mayor o menor extracción minera es irrelevante para su valor (cualitativamente constante) y para su precio (cuantitativo y variable), pues su oferta NO depende de cuánto suba este último, sino de que sus tenedores quieran o no desprenderse de él.

Sobre todo en condiciones de miedo y desconfianza en el sistema monetario –como las actuales-, puede ocurrir y ha ocurrido ya que exista una ‘escasez’ de oro. Esto queda exhibido en la anómala backwardation que se ha presentado los últimos años en el mercado cada vez que el precio se desploma. Baja tanto que pocos lo quieren vender en físico.

Que haya backwardation quiere decir se alcanza el punto en que el tenedor de oro, para aceptar venderlo, pide un precio al contado más alto, un ‘premio’ adicional que tienen que ofrecerle sobre el precio del contrato de futuros activo, o de lo contrario, prefiere quedárselo.

Lo normal es que haya contango, o sea, que el precio futuro siempre sea mayor que al contado.

Esta anormal ‘escasez’ de oro es un foco amarillo que nos indica que el sistema monetario actual de dinero fíat, de papel, se acerca a su fin. No podemos saber en qué momento sucederá, pero sí que ocurrirá cuando no sea posible cambiar billetes por oro, o se exijan miles, quizá decenas de miles de dólares para intentar convencer a su tenedor de venderle una onza. Llegado ese punto, el dólar pasará al panteón de la historia como una divisa más que muere y el oro volverá a ser protagonista en el sistema monetario.

Por eso el afortunado francés de los 100 kg. de oro –que a precios de hoy equivalen a más de 3.8 millones de dólares-, con lo que no le robe el fisco ojalá que disfrute de la vida, pero sobre todo, que guarde lo más que pueda y lo oculte hasta en los Alpes suizos si es necesario.

Los demás, continuemos la sabia tradición de acumular oro para el largo plazo, que mal, no nos puede hacer, y menos, con tipos como Trump tomando el poder.

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¿Cómo sí podemos ayudar a México?

Por redes sociales, correo electrónico y Whatsapp circula propaganda falaz que sugiere por ejemplo que, para “ayudar al país” en estos momentos (supone una crisis que en realidad no ha llegado todavía), debemos buscar y consumir “productos nacionales”. La que he visto incluso dice que “consumir lo hecho en México genera empleos y nos beneficia a todos”.

Para no andarnos con miramientos, esta propaganda difunde una ideología perniciosa que, en esencia, no se diferencia en nada de la xenofobia y proteccionismo del ahora presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. Veamos por qué.

De entrada, debemos hacer a un lado la visión animista de México, como si se tratara de un ente vivo, unitario y uniforme. No hay nada más falso que eso. Hablar de un país no es sino una mera abstracción de lo que en realidad es un conjunto de millones de seres humanos individuales, actuantes, pensantes, con gustos, preferencias, intereses y personalidades tan diversos, que no existen dos personas iguales.

Así que de entrada, no hay tal cosa como “el bien común” o el “beneficio de todos”. Lo que uno busca, persigue o le interesa puede contraponerse con lo que alguien más quiere en ejercicio pleno de su libertad, y como tal, se le tiene que respetar.

En este sentido, al consumidor se le debe permitir comprar lo que quiera, con la calidad y precio que prefiera o le convenga a su interés particular, con independencia de dónde se haya producido. Nada de eso afecta derechos de terceros, como sí lo hace una restricción o prohibición a determinados intercambios sólo por el origen real o aparente de los mismos.

Dicho de otro modo, el proteccionismo atenta contra la libertad de las personas, y lo que no nos hace más libres, nos vuelve más esclavos de lo que alguien nos impone.

Por eso mensajes como los que aquí comentamos son muy peligrosos –pues nos conducen hacia el proteccionismo-, por más bienintencionados que puedan parecer.

Se trata de hecho de propaganda de determinados grupos de interés que, en el fondo, engañan utilizando la tramposa premisa de que “lo mexicano” es mejor o preferible por el simple hecho de serlo.

No hay gran diferencia entre sugerir eso y afirmar –como los nazis-, que la raza blanca es “superior”, o que los trabajadores estadounidenses sólo porque sí, “son los mejores en el mundo”, como dice Trump.

El peligro mayor de promover estas trasnochadas ideas ultranacionalistas es que nos conducen a la violencia, al ojo por ojo, y no a la convivencia pacífica, indispensable para la creación de riqueza, y por lo tanto, para la disminución de la pobreza.

Es falso entonces que consumir “lo nacional” abone a la creación de empleos y el crecimiento económico. Lo que sí lo hace es el intercambio libre y la competencia de los emprendedores por ganar la preferencia del consumidor.

No hay un solo caso de una economía cerrada que haya alcanzado el desarrollo, y eso debería de ser suficiente para desechar el proteccionismo e ideas afines.

Sí, se avecinan tiempos tormentosos si Donald Trump decide renegociar o cancelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pero sería un error gravísimo y mortal responder aquí con medidas similares.

El auténtico antídoto contra el proteccionismo y contra Trump NO es ni puede ser más de “compre lo nacional”, como hace él. No necesitamos más proteccionismo, sino apertura total y mercados competitivos como no los hemos tenido en este país, y para lo que no se necesita ningún tratado ni años de negociaciones, sólo abrir la puerta y eliminar restricciones.

Ampliar la oferta competitiva de bienes disponibles para el consumidor es la única manera de beneficiarlo y de en serio “ayudar a México” (para usar las palabras de los proteccionistas).

Dicho consumidor es el único que debe estar en el centro de las decisiones, porque ahí sí, todos somos consumidores, de diferentes bienes, pero consumidores al fin.  No caiga en la trampa de los nacionalismos y no se deje engañar.

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Ganó Trump: Dólar sube y el Oro aplasta al peso

Ganó Donald Trump. Se dice que las encuestas y los pronósticos fallaron, pero eso es un error. Aquellas volvieron a ser un instrumento de propaganda del establishment que, con impotencia, vio cómo su candidata nunca levantó.

En redes sociales (y en ‘Hillary Clinton: una mala candidata’) llamamos la atención sobre el hecho de que los sondeos no eran de ninguna manera confiables dada la descarada “cargada”, el abierto proselitismo de los medios masivos de comunicación y de los grupos de poder a favor de Clinton.

Mientras eso sucedía, hubo para quien las quiso ver, señales de que un triunfo de Trump no sólo era posible, sino el escenario más probable.

Ante el ‘tsunami’ que se veía venir, aquí advertimos (ver por ejemplo: ¿Ya es la hora de invertir en plata? y Devaluación del yuan, un sólido fundamento para el oro) que había que buscar refugio seguro en los metales preciosos monetarios y en el dólar. Minimizar las tenencias de pesos era (y sigue siendo) muy importante, pues de quedarse con ellos, el resultado será que su valor se desvanezca en nuestras manos.

Así las cosas, después del triunfalismo oficial de los primeros resultados a favor de Clinton, la innegable realidad se hizo presente, y el dólar, en su mejor momento hacia las 23:00 hrs. se disparó por encima de los 20.70 pesos, un nuevo máximo histórico. Entre el mínimo del día y el tope, la depreciación fue de casi 14 por ciento. Demoledora.

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Pero si la caída del peso frente al dólar le sorprende, medida contra el oro  fue todavía peor.

Dado que el precio del metal precioso también se disparó más de 60 dólares, nuestra moneda cayó a un nuevo mínimo histórico frente a él (gráfico: línea azul, precio del oro en pesos, línea roja, en dólares).

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El peso se devaluó frente al oro –el dinero real contra el que todas las divisas miden su valor-, casi 18 por ciento en su peor momento. Una “masacre”.

La presión sobre la moneda nacional disminuyó cuando se supo que el secretario de Hacienda y el gobernador del Banco de México (Banxico) darían una conferencia conjunta a las 07:00 hrs. de hoy. Sin embargo, no se anunció ninguna acción específica ahí. Otro error.

La política del “no va a pasar nada” es absurda y peligrosa.

Trump es un mentiroso demagogo, y nadie sabe si va a intentar siquiera cumplir su palabra en aspectos tan importantes para nosotros como la migración, la renegociación (¿cancelación?) del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el muro, etc.

Pese a ello, está claro que las autoridades querrán minimizar en el discurso los efectos que habrá en el país por el triunfo de Trump. Ojalá que ninguno de nuestros lectores se crea esa nueva farsa.

Así como advertimos a tiempo de la tormenta que ya llegó, volvemos a hacerlo en el sentido de que tomen posiciones en el dólar, oro y plata aprovechando las caídas de precio que se presenten. La tendencia de esos activos será a la alza conforme el valor del peso acelere su caída en los próximos meses y años.

Carstens insinuó hoy temprano que Banxico subirá su tasa objetivo hasta la próxima semana. Ojalá lo haga en cuando menos 100 puntos base NO para “defender” al peso, sino para comenzar a contraer de forma más decidida el crédito excesivo en la economía. Hacienda y los legisladores por su parte tendrían que anunciar nuevos recortes al gasto público. No creo que lo hagan, lamentablemente.

Una recesión parece inevitable en México con la llegada de Trump, pero sobre lo que él decida no tenemos ningún control. Ojalá que lo que en lo que sí nos toca, se actúe ya.

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Hillary Clinton, una mala candidata

Ayer amanecimos con una encuesta de ABC News y Washington Post que ha puesto nerviosos a muchos, ya que Donald Trump apareció liderando la carrera presidencial con 46 por ciento de las preferencias entre posibles votantes, contra 45 de Hillary Clinton. Aunque esto es en realidad un empate técnico –por ubicarse dentro del margen de error-, lo cierto es que la tendencia del peor enemigo de México parece al alza, y la de Clinton, a la baja.

¿Por qué? Se dice que es gracias a que el viernes pasado el titular del FBI, James Comey, informó al Congreso que durante una investigación contra Anthony Weiner, expareja de una de las principales asesoras de Clinton (Huma Abedin), encontraron decenas de miles de correos electrónicos “pertinentes” para saber si ella puso en peligro la seguridad nacional mientras fue secretaria de Estado, entre 2009 y 2013.

Clinton utilizó en ese periodo un servidor privado para enviar correos en vez del oficial, protegido y encriptado además de sometido a las leyes de transparencia.

Se presume que miles de estas comunicaciones podían haber contenido información confidencial y haber llegado a manos de espías o hackers, y revelar este tipo de información, es ilegal.

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Hay una discusión sobre qué tan grave sería la falta y si esto en un caso extremo podría mandar a Hillary Clinton a la cárcel, o si sólo habría sanciones administrativas. Como sea, el hecho es que ella borró más de 30 mil emails que consideró “personales y privados”, que “nada tenían que ver con el trabajo”.

Con evidencia perdida, el caso se cerró y el ahora atacado por los demócratas y acusado por su “parcialidad”, James Comey, en ese entonces concluyó que no se le deberían levantar cargos criminales. Le aplaudieron los mismos que ahora lo atacan.

¿Qué hizo revivir el caso a Comey? Las presiones de sus propios agentes –que inconformes con la decisión de no perseguir a Clinton acumularon cartas de renuncia en su escritorio-, las nuevas evidencias encontradas en la laptop de Weiner y, sin lugar a dudas, la gran popularidad de Trump.

Sí. Ante una posible victoria de éste, Comey ha puesto sus barbas a remojar: si gana Clinton quizá ahí quede el asunto, pero si no, tiene un seguro que lo protege contra acusaciones de encubrimiento. Algo sabrá. Así que la reapertura de la investigación no es causa de la debacle de Clinton, sino efecto de la subida de Trump.

Ahora bien. A pesar de este bache en los sondeos, la mayoría todavía apunta a que las probabilidades favorecen a la ex secretaria de Estado sobre el republicano, a una semana de la elección del 8 de noviembre.

El punto aquí es que las encuestas no son confiables, menos aún cuando existe un favoritismo absoluto a favor de Clinton, al grado de ser políticamente incorrecto hablar mal de ella. La han blindado.

A propósito, miles de correos electrónicos filtrados por Wikileaks han exhibido la colusión entre el equipo de campaña de la candidata, el Comité Nacional Demócrata y grandes medios para favorecerla. Le sirvió para ganar a la mala, con dados cargados, la elección primaria contra Bernie Sanders, pero lo mismo, quién sabe si le alcance en la presidencial.

Es muy notable que, a pesar de ser la candidata del sistema, de los poderosos, de los grandes intereses delante y detrás de la cortina, no haya sido capaz de consolidar una ventaja amplia y definitiva: es una mala candidata.

Ahora bien. Incluso si suponemos que las encuestas se apegan a la realidad, está claro que su triunfo está en riesgo en el Colegio Electoral, donde su ventaja también es frágil. Un escenario de sorpresa en el que ganara Trump, no puede descartarse.

El tipo de cambio ayer se puso nervioso y el dólar llegó otra vez hasta los $19.50 en bancos, por lo que espere que esta volatilidad siga de aquí al próximo martes, y quizá más allá, si Trump gana. Por si acaso, más vale que esté prevenido.

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Camiones Robot: La Revolución de Otto– Uber ya esta aquí

La semana pasada ocurrió un hecho histórico que se dio a conocer ayer: la primera entrega comercial pagada de un camión autónomo en Estados Unidos. Se trata del vehículo robot de la empresa Otto, propiedad de Uber desde agosto, que transportó unas 50 mil latas de cerveza Budweiser, desde sus instalaciones en Loveland hasta Colorado Springs.

Uber se consolida así como uno de los líderes en el desarrollo de tecnología de autos sin chofer.

El recorrido de casi 200 kilómetros marca así el inicio oficial de operaciones de este tipo de camiones en todo el mundo.

Estamos pues en octubre de 2016. Esto lo digo en especial para los escépticos que piensan que quizá nunca lleguen a ver circulando coches y tráileres sin conductor. Están en un error.

La competencia es tan feroz que quizá la meta de comercialización masiva de estos, programada por algunas marcas para 2020 o 2021, se tenga que adelantar.

En este espacio hemos puesto marca personal al tema (ver: Así es como todos los choferes del mundo perderán su empleo) porque implica una auténtica gran revolución global a la que muy pocos están prestando la atención debida. La industria automotriz y el transporte en general no serán los mismos después de ella. Seguro que ni siquiera podemos imaginar todas las implicaciones que tendrá.

De entrada, podemos afirmar con certeza que el empleo de chofer está en extinción. No se trata de si ocurrirá o no, sino de qué tan pronto.

Así que los taxistas, conductores de Uber, de autobuses y camiones, etc., más temprano que tarde tendrán que encontrar nuevas ocupaciones. Cabe agregar que esta destrucción adelantada de puestos de trabajo es consecuencia directa de las irresponsables políticas de expansión crediticia de los bancos centrales (ver: “Bancos centrales, autos autónomos y desempleo, la obscura conexión”)

La buena noticia es que los costos se desplomarán de manera impresionante en beneficio de todos los consumidores, y la seguridad se incrementará en las vías de comunicación.

Sobra decir que estos vehículos robot son más seguros, no cometen errores, podrán trabajar 24 hrs. siete días a la semana y no tienen que descansar, dormir, ni tienen ningún tipo de distracción. Por si fuera poco, también pronto serán totalmente eléctricos.

Hay quien cree que en países en desarrollo como México, este gran cambio tardará en llegar si es que alguna vez lo hace. Esta idea también es equivocada. La indiscutible superioridad de estos vehículos robot de altísima tecnología con respecto a los actuales, no solo alcanza a la conducción, sino que incluirá las adaptaciones necesarias para todo tipo de caminos: con lluvia, nieve, baches, topes, etc.

La ausencia de red de datos tampoco será impedimento, dado que sus instrumentos no se limitan al uso de Internet, sino que cuentan con cámaras, sensores, radares, software de inteligencia artificial y conexión vía satélite que los hará cada vez más autónomos.

Así que las protestas que hoy se reproducen en todo el país a cargo de taxistas inconformes con Uber, Cabify y plataformas similares, así como aquellos que piden que se prohíba circular a camiones de doble remolque por inseguros, en vez de ver hacia atrás deberían estar atentos a lo que viene.

Las autoridades lejos de prohibir estos avances tecnológicos y restringir la competencia, deberían abrirse por completo a ellas y hacerlo ya.

Sólo de este modo podremos ser más competitivos en un clima económico global cada vez más adverso.

La revolución de los vehículos autónomos llegó para quedarse y ya está aquí. Quien no lo vea, es porque no quiere.

 

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Clinton se enfila hacia la Casa Blanca, pero no hay nada que celebrar

El miércoles fue el tercer y último debate presidencial estadounidense entre Hillary Clinton y Donald Trump. Los dos se dieron con todo, pero lo cierto es que aunque Trump no se vio mal en temas como el de portación de armas, Medio Oriente, impuestos, etc., y pese a haber asestado golpes bajos a la demócrata, sus “fantasmas” lo persiguieron en otras secciones del encuentro. En particular, el tema de las mujeres que lo acusan de haberlas agredido sexualmente, le pegó durísimo.

Aunque diga lo contrario, quedó claro que sí es racista y misógino, características que por sí solas lo hacen ruin. Para la historia quedarán frases lamentables como el calificativo de “nasty woman” que usó para interrumpir a su contrincante.
Es innegable que sus escándalos y mala imagen parecen enfilarlo hacia una merecida derrota.

Sin embargo, debemos tener cuidado. Sí, todo indica que Clinton va sola en la recta final, pero después de la experiencia del referéndum por el Brexit en el Reino Unido y hasta el referendo por el acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC en Colombia, todos debemos aprender la lección de que los resultados sorpresivos son algo a lo que debemos acostumbrarnos. Así es la democracia, para bien y para mal.

En la política como en la vida misma, las circunstancias cambian todo el tiempo.
Aquí mismo hemos dicho que sin duda alguna, la aversión de Trump hacia todo lo que tenga que ver con México y los mexicanos, lo convierte por mucho en el peor candidato para los intereses de nuestro país.

Si llegase a ganar, es posible que aquí el impacto fuese inmediato y contundente en las expectativas económicas de los inversionistas, que se reflejarían al instante en el tipo de cambio. Quizá el dólar se dispararía a nuevos máximos en cuestión de días bajo ese escenario. Habría que verlo.

Ahora bien, lo anterior lleva a muchos a concluir que Clinton sería muy buena para México, pero esto es un error. Sí, es cierto que una victoria de ella no sería un golpe seco como un triunfo de Trump, pero si ella cumpliera con lo que ha dicho a líderes sindicales en la Unión Americana acerca de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el efecto terminaría siendo el mismo en el mediano plazo.

Lo anterior, sin contar que el populismo de Clinton –evidenciado por ejemplo en sus propuestas de disparar el salario mínimo y los impuestos “a los ricos”, entre otras- lejos de ayudar, terminará por hundir a la Unión Americana en un mar de recesión y deuda, con el consecuente impacto en México. Nada que celebrar.

Además –y esto es lo más importante-, la debilidad de nuestra economía y del peso es estructural, interna, y no sólo culpa de lo que pasa en el exterior, que es coyuntural.
Sobre esas circunstancias externas no tenemos ningún tipo de control, pero sobre las internas sí, como el desenfrenado gasto público deficitario, la continua expansión de la deuda, la ausencia de un Estado de derecho pleno –o sea, de la elemental aplicación de la ley-, el “agujero negro” que es Pemex, y un muy largo etc.
Para ser claros, gane quien gane allá, las cosas no están avanzando aquí, y las que lo están haciendo –como el tibio recorte presupuestal presentado-, no lo hacen a la velocidad que se requiere.
Hay también otras pésimas señales para los inversores, como la vergonzosa y socialista “Constitución” de la Ciudad de México, que de aprobarse así, da señales claras de en qué se convertiría el país en el lamentable y peligroso caso de que la izquierda llegara a Los Pinos en 2018.
Así que mientras lo que nos toca y es obligación corregir no cambie, el crecimiento de México continuará dejando mucho que desear, y no avanzar, es igual que retroceder.
En suma, está bien seguir lo que pasa en Estados Unidos, pero no nos distraigamos de nuestras tareas pendientes en lo local, pues en ellas no vamos nada bien.

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Bitcoin y criptodivisas, bajo ataque de los bancos centrales

Ayer se publicó la opinión del Banco Central Europeo (BCE) respecto a los cambios propuestos por la Comisión y el Parlamento europeos en materia de prevención de lavado de dinero y financiamiento al terrorismo. En concreto, se modificarán las reglas para la tenencia y uso de criptodivisas como el Bitcoin, la más conocida y con el mayor valor de capitalización de todas ellas.

Al igual que con la regulación para el uso de efectivo, las autoridades vuelven a recurrir al mismo argumento de la prevención de actividades ilícitas para alargar sus tentáculos y expandir sus áreas de control.

Y es que los monopolios –de los cuales el peor es el de la emisión de dinero- así son: enemigos acérrimos de la competencia.

En concreto, proponen que los Estados Miembro establezcan nuevos mecanismos de registro y vigilancia de los proveedores de servicios de intercambio de criptodivisas por monedas corrientes, y que se reporten operaciones “sospechosas” (o sea, todas). También quieren que el ojo regulador esté puesto sobre los ‘monederos’ (wallets) que almacenan criptodivisas. Un control total que matará el espíritu de independencia y confidencialidad bajo el que fueron creadas las divisas virtuales privadas.

El ECB por supuesto está de acuerdo, pero plantea que se amplíen todavía más las medidas propuestas.

Llama la atención sobre el hecho de que no necesariamente una criptodivisa se intercambia por dinero, sino que se usa también para hacer compras directas de bienes y servicios. Esto, dice, “podría proporcionar un medio para financiar actividades ilegales.” Como ve, no quieren dejar ningún cabo suelto.

En su documento fechado el 12 de octubre, el BCE expresa también su preocupación acerca de que “la dependencia de actores económicos sobre unidades de moneda virtual, si creciera sustancialmente en el futuro, podría afectar en principio el control de los bancos centrales sobre la oferta monetaria con riesgos potenciales a la estabilidad de precios, aunque bajo la práctica actual este riesgo es limitado.”

Derivado de los “riesgos” que ve, esa autoridad monetaria solicita que los cuerpos legislativos de la UE se cuiden de no promover un mayor uso de las monedas virtuales privadas.

Eso sí, como ya habíamos advertido en este mismo espacio hace unos meses, el BCE y otros bancos centrales reconocen las ventajas y avances tecnológicos de las criptomonedas –en especial la cadena de bloques-, y piensan sacarle todo el provecho que sea posible (ver: RSCoin: los bancos centrales ‘plagian’ a Bitcoin).

Agrega que estos medios alternativos “pueden tener el potencial de aumentar la eficiencia, cobertura y elección de los métodos de pago y transferencia”, por lo que podemos dar por hecho que los planes para que cada banco central tenga su propia criptodivisa seguirán avanzando.

Dicho de otro modo, las monedas virtuales que nacieron para salirse de la “matrix” monetaria –monopolizada por los bancos centrales-, están a punto de ser una parte más de ella. Es una lástima.

Los gobernantes de todo el mundo siguen obsesionados en limitar nuestra libertad y en tener conocimiento de cada movimiento que hacemos, de lo que compramos, leemos o vemos, etc.

El frente monetario forma parte central de una campaña mucho más amplia por limitar nuestras libertades en beneficio de los controles de los gobernantes sobre nuestras vidas. El desenlace de tal aventura sólo puede ser desastroso, como desastrosa es su intervención en la economía.

Es la gente la que debe escoger qué usar como dinero, una historia que siempre ha terminado de forma espontánea en la coronación del oro. Urge acabar con el monopolio de los bancos centrales, no expandirlo. Esta noticia sobre las criptodivisas muestra que vamos en el sentido equivocado. Urge corregirlo.

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#LordTaxi vs Uber

El viernes pasado, Carlos Loret de Mola publicó en su columna Historias de Reportero, una crítica contra Candelario Salomón Cruz, director del Instituto Estatal del Transporte de Campeche, quien se opone con vehemencia a que en dicha entidad circulen autos que presten servicio privado por medio de la plataforma de Uber.

En la página de Facebook de ese funcionario puede verse incluso un video en el que, amenazante, advierte que las sanciones para quien lo haga llegan hasta los 51 mil pesos y el aseguramiento de la unidad. En los hechos, se trata casi de una confiscación del vehículo, dado lo elevado que puede llegar a ser la multa. Un robo como le gusta a los gobernantes: con la ley en la mano.

Este #LordTaxi como se le ha llamado, advierte que “el gobierno no puede estar secuestrado de (sic) ningún particular”. Afirma que no es que se esté cerrando a modernizar el transporte ni que se pretenda beneficiar o proteger a alguien en específico –como a los taxistas-, sino que su obligación es vigilar “que la ley se cumpla”.

Lo anterior suena muy bien excepto por una cosa: lo legal no necesariamente es sinónimo de justo.

De este modo, “la ley” o “el reglamento” se vuelven la excusa perfecta para pisotear los derechos individuales de las personas como la elemental libertad de elegir qué usar para transportarse y de aceptar o no el precio.

Así que lo que es una práctica común para la gente, como el acudir a comprar cualquier producto al mercado de su colonia, comparar precios y adquirir lo que se busca en el local que se decida, a algunos gobernantes les parece mal que se haga lo mismo en lo referente al transporte. Quieren que se compre un servicio sólo con quien ellos autoricen para tal fin, es decir, forzar un monopolio en lugar de permitir la abierta competencia.

Casi siempre estos gremios se encuentran muy bien organizados, y muchas veces, sus líderes están al servicio de determina asociación política o grupo de poder. No sorprende por eso que muy a menudo haya una auténtica colusión –voluntaria o forzada a través de la amenaza del retiro de concesiones-, entre el gobierno y los transportistas para ayudarse y protegerse entre ellos.

Por eso la gente no se debe dejar. Así de sencillo. Si una ley, reglamento, decreto, etc. sobre el transporte o de cualquier otra materia atenta contra la libertad de las personas, su propiedad privada y/o su voluntad para celebrar contratos con otro particular, debe exigirse que se corrija. Las arbitrariedades son inadmisibles.

El gobierno está para garantizar esos principios de justicia a todos por igual, no sólo a aquellos a quienes le conviene por los motivos que sean. La ley está para limitar el poder, no para que se abuse de él por medio de ella.

Así que podemos decir que #LordTaxi no es solo una persona, sino todo aquel que se oponga y se manifieste contra el derecho de la gente a decidir con quién contratar su transportación.

Dice mucho que en el balance, en otras regiones del país donde sí operan, la opinión mayoritaria sea bastante favorable para Uber y otras plataformas similares como Cabify, por encima de los taxis, microbuses y camiones tradicionales.

Gracias a dichas plataformas se están creando cada día más empleos que antes no existían, los emprendedores pagan sus impuestos, hay un verdadero estímulo para la mejora del transporte público, etc. Todos ganan, incluso el gobierno.

Se hayan dado cuenta o no todavía estos #LordTaxi, el mundo está en el umbral de una auténtica revolución en el mundo del transporte. Los autos y camiones autónomos –o sea, que no necesitan conductor– están a la vuelta de la esquina.

La estimación es que en un máximo de cinco años comenzará la comercialización masiva. Primero, el cambio llegará en los vehículos comerciales –incluidos los taxis- y poco a poco al servicio particular.

Esta revolución no se puede detener y es de alcance global. En vez de resistencias, las autoridades deben facilitar estos avances que llegan para ayudarnos a ser más competitivos y a vivir mejor. Oponerse a ellos, cruzarse de brazos y cerrar los ojos, es un lujo que no se pueden dar, ni nosotros tolerar.

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@memobarba

¿Ya es la hora de invertir en plata?

Una de las preguntas más recurrentes que he recibido durante días recientes es si ya llegó el “gran momento” para invertir en plata física. Lo anterior debido a que la cotización de la onza troy en los mercados internacionales se ha desplomado casi 10 por ciento en dólares tan sólo este mes.

Sin embargo, antes de responder la pregunta, es conveniente recordar primero que nada por qué y para qué debe tenerse este metal precioso.

El actual sistema monetario de dinero fíat –inconvertible-, esto es, sin respaldo más allá de la deuda, es una carrera global hacia el fondo en la que los billetes y monedas que cargamos en los bolsillos se devalúan más o menos rápido según la divisa de que se trate a lo largo del tiempo. Este dinero tiende siempre hacia su verdadero valor: cero.

De este modo, el poder de compra de nuestros ingresos y ahorros, si se estancan en divisa, está condenado a irse diluyendo.

Justo por eso ningún inversionista serio al que le preocupe la conservación de su patrimonio, debe quedarse sin este amparo  en dinero real, o sea, oro y plata. El valor de estos nunca llegará a ser cero, por lo que constituyen una especie de seguro financiero: no pueden ser desaparecidos de un plumazo ni borrados de ninguna hoja de balance. Son propiedad privada en sí mismos y no la deuda de alguien más que puede ser incumplida.

Hay diversas formas de tenerlo, como en joyas, medallas, monedas, barras y lingotes. La más conveniente para la gran mayoría es la moneda por su superior negociabilidad (es más fácil de vender y con un castigo menor sobre el valor metálico a la hora de revenderla).

En países como México ciertos tipos de moneda de metal fino gozan incluso de curso legal. La Ley Monetaria de los Estados Unidos Mexicanos establece en su Artículo 2º. Bis. que “También formarán parte del sistema las monedas metálicas acuñadas en platino, en oro y en plata, cuyo peso, cuño, ley y demás características señalen los decretos relativos.”

Según el mismo artículo, dichas piezas gozan de curso legal por el equivalente en pesos de su cotización diaria, y el Banco de México está obligado a recibirlas ilimitadamente.

En ese rubro entran las de la serie Libertad. Seguro que es más fácil para la mayoría adquirir una onza de plata de dicha serie –que esta semana se vende ya por menos de 400 pesos, y que en septiembre se vendió en más de $450 -, que una de oro de más de 25 mil pesos.

Cabe recordar que el máximo histórico para la onza Libertad de plata se alcanzó en abril de 2011, cuando se vendió en 610 pesos. El abaratamiento de octubre en pesos, ha sido posible gracias a que también el dólar ha bajado.

Como cualquier inversión, lo conveniente es comprar plata cuando está más barata y no cuando ha estado subiendo a nuevos máximos. La experiencia por desgracia, nos enseña que la mayoría hace justo lo contrario, compra caro y luego vende al ver caer las cotizaciones, lo que le genera pérdidas importantes. No caiga en ese error.

La tenencia de monedas de metal fino es indispensable como protección financiera de mediano y largo plazos, pero por supuesto, no debe ser su única inversión.

Si lo que busca es especular con ganancias prontas, la inversión física no es para usted. Para eso acérquese con un buen bróker que le ofrecerá diferentes mecanismos de exposición al precio de este metal.

La recomendación entonces, más que tratar de adivinar si se va a abaratar más o encarecer, es comprar de manera periódica, sin importar que suba o baje. Al final, tendrá un costo medio de adquisición conveniente.

Nadie tiene ni puede tener idea de cuándo se tocará el mínimo definitivo, con la agravante de que incluso si la plata se desploma en términos de dólar, la subida del tipo de cambio podría impedir que el precio mejore mucho en moneda nacional.

Aproveche entonces los niveles actuales, es cuestión de tiempo para que nunca más los volvamos a ver.

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Clinton o Trump: Perder o Perder

Todo mundo sabe que Donald Trump es un mentiroso, una persona de moral cuestionable, un misógino, racista y mucho más. Sin embargo, a partir de ahí muchos piensan –casi por mero descarte-, que Hillary Clinton es la “buena”. Esto de ninguna manera es así. Los dos son una calamidad que ya no podemos evitar.

Y es que la candidata demócrata es tan mala como él para los intereses de Estados Unidos y de México, e incluso, un peligro para la paz en Medio Oriente, y potencialmente, del mundo.

Entre todas las tonterías y ocurrencias de Trump –como sus ideas mercantilistas, que por cierto comparte con Clinton- hay algunos temas en los que tiene razón y que salieron a relucir en el segundo debate: deben bajar los impuestos a las empresas para estimular la economía y así propiciar que miles de millones de dólares en el extranjero, se animen a regresar a ese país a invertir. Claro está, esto significaría también tener que reducir el gasto público (algo más que dudoso) y/o expandir la deuda pública. Esto último, más de lo mismo que ha disparado la administración Obama.

De igual modo Trump tiene razón en que Estados Unidos y Rusia deberían pelear juntos contra el terrorismo –en específico contra el llamado “Estado Islámico” (ISIS)-, y en que las políticas de Washington han fortalecido a un peligroso enemigo islámico: Irán.

Por otro lado, Clinton aunque no lo diga de forma abierta, también quiere renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Sobra decir que no sería en favor de México.

Ella siempre se opuso a ese acuerdo comercial, y en corto, ha revelado sus verdaderas intenciones a líderes sindicales. No hay duda además de que continuaría la política de Barack Obama, el “Deportador en jefe”, de expulsar en forma masiva a tantos mexicanos como pueda. Doble cara, pues.

Asimismo, Clinton quiere por diversas vías más impuestos a los ricos y sus herederos, disparar el salario mínimo (algo que hasta entre los propios demócratas no genera consensos) y combatir la “desigualdad” –cuando el problema real es la pobreza-. Todas estas, propuestas dignas de cualquier populista latinoamericano y que, llevadas a la práctica, no ayudarán a impulsar a la alicaída economía estadounidense sino todo lo contrario, agravarán una nueva recesión que pase lo que pase, es inevitable.

Aún más preocupante es el odio que siente Clinton contra Rusia. Lejos de cooperar con Moscú contra ISIS –un declarado y verdadero enemigo de la civilización occidental-, el domingo volvió a dejar ver su intención de derrocar al gobierno de Assad en Siria. Sus intereses particulares y los de sus aliados en Arabia Saudita y Qatar, están por encima de cualquier lucha contra el extremismo islámico.

Al respecto, esta semana Wikileaks reveló nuevos correos electrónicos de Clinton con su actual coordinador de campaña, John Podesta, quien en ese momento (agosto de 2014) era consejero de Barack Obama, donde ella confirma que Qatar y Arabia Saudita “están proveyendo financiamiento clandestino y apoyo logístico a ISIS y otros grupos suníes radicales en la región.” No es casual.

No olvidemos que ambos países han tenido la intención de construir ductos hacia Europa atravesando territorio sirio –que Assad ha rechazado-, lo que afecta los intereses económicos rusos en el sector energético. Esto complica una lucha conjunta contra ISIS. Estados Unidos disfraza como lucha “contra el terrorismo”, lo que más que nada es un interés por derrocar a Assad –en su beneficio y de sus aliados-, que no conviene a Rusia.

El problema es que la caída de Assad que tanto quiere Hillary, en realidad tendría como resultado que Irán tome control del país. En los hechos, un nuevo “Gran Irán” se extendería desde territorio persa hasta Irak, Siria y Palestina, lo que representa un grave peligro para el pueblo israelí, a quien abiertamente pretenden destruir.

Incomode o no, no hay duda de que Washington ha fortalecido al régimen de Teherán. Ésta en realidad es una política que data de décadas atrás y no solo de la actual administración (ver: EE.UU. e irán: ¿amigos o enemigos?)

Como podrá entenderse, el peligro de un enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia es real. No se sorprenda si en el futuro próximo ocurre un nuevo “accidente” como el derribo de un avión de combate estadounidense o ruso, que agravaría las tensiones. Ojalá, no pasen a mayores.

Debe quedar claro que Moscú no abandonará su apoyo al gobierno sirio dada la importancia geopolítica y económica que tiene Siria para la Federación Rusa. Además, ¿alguien imagina al presidente Putin cediendo ante las presiones de una eventual presidencia de Clinton? La cosa está complicada. No hay bando “bueno”, las atrocidades cometidas por ambos no tienen justificación posible.

En fin. El punto aquí es que gane quien gane la carrera por la Casa Blanca, México y el mundo saldremos perdiendo. El proteccionismo, como brazo comercial del populismo de izquierdas y de derechas –en oposición al libre mercado y la prevalencia de la libertad del individuo-, anticipa enormes peligros para la paz e intentos por justificar tanto economías cerradas (que son perjudiciales para el consumidor), como regímenes socialistas y totalitarios.

Más que nunca, es urgente persistir en la defensa de la libertad de las personas y de los valores de la cultura occidental, que están bajo ataque. Es demasiado lo que podemos perder.

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@memobarba

El “desplome” del oro (Y la advertencia para el peso)

Esta ha sido una semana mala para el precio del oro. De hecho, la caída del martes fue la peor para un solo día en casi tres años. El miércoles y jueves la baja volvió a pronunciarse hasta rebotar en los 1,250 dólares (USD) la onza (oz.), un nivel de soporte relativamente fuerte. Si se rompe, es de esperar una nueva baja hacia los 1,200 USD.

Abundan las explicaciones sobre qué tiene tan presionado al oro, tomando en cuenta que hace una semana cerró septiembre en 1,315 USD/oz.

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Por supuesto, no es uno sino de varios factores los que se han conjuntado. Por ejemplo, no hay duda de que ventas masivas como estas sólo pudieron ser orquestadas por grandes jugadores, tan grandes quizá como la propia Reserva Federal (Fed) a través de importantes e influyentes bullion banks (bancos de lingotes) como JP Morgan Chase, HSBC o Scotiabank.

Citamos a estos miembros del americano Commodity Exchange (Comex) porque los desplomes llegaron todos, justo en el horario en que se mantuvo abierto el mercado en Nueva York y en una semana feriada en China, el mayor consumidor mundial de oro. Pudo ser intencional. Fuera de ese horario los movimientos fueron bastante estables. Lo único que tienen que hacer los manipuladores es tirar el precio lo suficiente para activar ventas automáticas que limitan las pérdidas, y así el desplomese magnifica.

Hace mucho que la manipulación del precio del oro dejó de ser una “teoría conspirativa”, pues ya hasta se han aplicado antes multas y sanciones a traders e instituciones como Barclays y el mismísimo Deutsche Bank. Este último admitió en abril pasado su culpabilidad al llegar a un arreglo de pago de indemnizaciones a operadores que lo demandaron –junto a otros bancos-, por manejar a su conveniencia los precios referenciales de los metales preciosos en Londres.

Hay primero que nada, un interés político del Establishment por impedir que el precio del oro –el dinero real frente al que miden su valor todas las divisas-, se dispare, por lo que la manipulación no es algo que se vaya a ir pronto.

La forma adecuada de verlo es que, cuando sube el rey de los metales, es el valor de esas divisas el que está bajando y viceversa. Justo por ello para los grandes poderes detrás del billete verde es vital que el oro no se dispare. Llegará el día en que esto suceda a pesar de todo (lo forzará el mercado) y no habrá manipulación que alcance, pues el sistema de dinero fíat estará en crisis.

Mientras tanto, la realidad es que los índices del dólar durante la primera semana de octubre se han fortalecido ante la renovada especulación de que la Fed, podría elevar pronto su rango objetivo de tasa de interés. Por cierto, este aspecto no debe perderse de vista porque también afectará el desempeño del peso, que hace unos días tocó nuevos mínimos históricos frente al oro.

Ahora bien, noviembre se ve muy cercano y es poco probable que el Comité de Mercado Abierto de ese banco central actúe unos días antes de las elecciones.

La baja del oro también debemos asociarla a una menor necesidad de refugio seguro percibida por los inversores, ante la mejor posición de Hillary Clinton (la candidata del Establishment) en las encuestas.

Como quiera, puede apostar a que si llegara a ganar Trump, un alza de tipos estaría garantizada en diciembre. De cualquier modo, una victoria de Clinton también tiene altas probabilidades de una subida de tasas. En los medios especializados predominantes se puede leer un reforzado optimismo que parece estar preparando el terreno para ese movimiento en diciembre.

Fue muy evidente el caso del reporte de empleo de septiembre publicado este viernes, que aunque fue menor a lo esperado y el desempleo estadounidense aumentó, fue comentado como una “buena noticia” y se interpretó como “suficiente” para un alza de tasas.

A nuestro parecer, en cambio, la economía estadounidense tiene signos de debilidad suficientes como para que la Fed SÍ suba ya los tipos, pero sólo para cargar “municiones” y tener mayor espacio para volverlas a deprimir cuando la próxima recesión se presente. No es cuestión de si llegará o no, sólo de cuándo. En un escenario de crisis, el dólar podría fortalecerse aún más por ser el “refugio” más conocido por la gente.

Como vemos, en cualquier caso las presiones bajistas en el precio del oro continuarán por varios frentes, que antes que debilitar, harán fuerte al dólar. Esta esuna advertencia externa adicional para el peso mexicano, además de sus debilidades internas.

A dichas presiones bajistas súmele que en el mercado de futuros el oro sigue encontango (el precio del contrato activo de diciembre es superior al precio de contado ospot) lo que significa que en términos de oferta y demanda física del metal, hay abundancia.

En esto basamos nuestra opinión de que, aunque fuerte, esta caída NO califica como un desplome real (todavía), pues en el pasado, auténticos descalabros han llevado al oro a backwardation (cuando el precio del contrato activo de futuros es inferior al spot), señal inequívoca de un nivel de demanda física tal, que se presenta una atípica escasez de metal precioso físico. No hemos llegado ahí.

Lo que esto nos indica, es que allá fuera hay aún demasiadas “manos débiles”, que ante mayores caídas en la cotización saldrán en pánico a ofrecer su oro físico. Gran error.

Los inversores en valor se los vamos a agradecer, pues entre más cerca estemos de 1 mil dólares la onza, más grande será la oportunidad de compra.

En suma, se equivocan los que hablan de que el oro “pierde brillo” cuando cae. Como cualquier inversión, lo inteligente es adquirirlo barato, pues sus fundamentos para un alza contundente de mediano y largo plazos –sobre todo en pesos-, son más fuertes que nunca.

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Imite a los más ricos del mundo: ¡esconda su oro!

Guillermo Barba

Hace unos días, Bloomberg publicó un reportaje titulado “Secret Alpine Gold Vaults Are The New Swiss Bank Accounts” (bóvedas de oro alpinas secretas son las nuevas bancarias suizas), en el que abordó el tema de esta nueva vieja forma de almacenar oro. Digo que “nueva vieja forma”, porque esconder este metal precioso debajo de la tierra es una práctica milenaria. Esta vez, se está recurriendo a viejas pistas de aterrizaje de aviones de combate en plenas montañas suizas para depositarlo.

Para quien desconoce las raíces del comercio y el mayor grado de negociabilidad de determinadas mercancías –que dio origen al dinero-, parece una paradoja y estupidez que un metal sea extraído en las minas sólo para que una vez en la superficie, pase a guardarse en forma de barra, moneda, lingote o joya, y a veces, a ser de nuevo enterrado.

Sin embargo, el oro –y en menor grado la plata-, es la mercancía con la más alta demanda de todas las materias primas. Por su belleza, propiedades, su demanda permanentemente insatisfecha, etc., fue elegido de manera espontánea por los participantes en el mercado como el dinero supremo a lo largo de la historia. En ello reside su importancia y por eso se acumula.

Tener oro es pues, tener dinero, o lo que es lo mismo, el poder de adquirir los bienes que se quiera en el mercado. Por supuesto, esto lo convierte en un objeto codiciado por toda clase de ladrones (como los que abundan en todos los gobiernos), y como consecuencia, sus dueños deben protegerlo de ellos. Como le digo, enterrarlo es quizá la mejor y más antigua forma de ocultarlo.

No sorprende entonces que ahora sea en los Alpes suizos, dentro de lo que alguna vez fueron pistas para aviones militares, donde se hayan adaptado cámaras acorazadas de alta seguridad para resguardar grandes cantidades de oro.

Como se imaginará, son grandes capitales los que son llevados a estos lugares, que dado el valor que protegen, se reservan hasta la ubicación exacta para evitar tentaciones de robos.

El propietario de una de ellas, al que Bloomberg entrevistó, no quiere que ni siquiera se sepa su nombre ni el de su compañía. Seguro los clientes que le llegan surgen por recomendación de boca en boca, pero incluso se reserva el derecho de aceptar o no al solicitante de sus servicios. Dice que por cada uno que acepta, rechaza a uno o dos más. Se jacta de contar con el mayor depósito para clientes privados y la séptima bóveda para resguardo de oro más grande del mundo.

En suma, los ultra-ricos están acumulando cada vez más y más oro en sitios seguros. Hacen bien.

Las viejas cuentas bancarias suizas ya no son lo que solían ser. Antes gozaban de secrecía y privacidad pero ya no más. Dado que ahora la autoridad federal de Suiza tiene la obligación de reportar transacciones sospechosas, y que la información es compartida con otros gobiernos, los inversores están buscando formas alternativas fuera del sistema bancario. No es para menos.

En Suiza, otras partes de Europa y Japón, las tasas de interés negativas comienzan a predominar, y los inversores como prevención están optando por alternativas que no les hagan perder dinero por comisiones y otros cargos. Si una cuenta bancaria en vez de rendimientos da pérdidas, no es de sorprender que prefieran retirar el efectivo. Ya le he contado antes en este espacio que en Japón y Alemania ha habido una alta demanda y hasta escasez de cajas fuertes debido a esto. Otros inversionistas más avezados, como vemos, prefieren al oro. Excelente decisión siempre y cuando se tenga en una bóveda privada, sea metal segregado del resto y esté de preferencia lo más lejos posible de la esfera política de influencia del gobierno de Estados Unidos, que aborrece al oro por ser la antítesis de su moneda: el dólar.

Para los que no somos ultra ricos, la recomendación es imitar a pequeña escala a esos grandes inversionistas inteligentes, que ante el complicado entorno económico mundial, se están protegiendo a tiempo de la próxima gran crisis.

Guardar monedas de oro (y de plata, mucho más económicas) en un lugar seguro, es una forma de parecerse a ellos, sin importar si es una o miles de ellas. Lo que importa es proteger nuestro patrimonio, poco o mucho, de la tormenta que viene.

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Ganó Clinton, gana el peso pero, ¿ganará Trump?

Ganó Clinton, gana el peso pero, ¿ganará Trump?

El lunes se puso bueno el debate presidencial estadounidense entre Hillary Clinton y Donald Trump, y claro, México salió a relucir. La pregunta que todo mundo se hace es ¿quién ganó el debate? Hay una “guerra” de sondeos típica de estos casos que ponen ganador a una y a otro candidato.

Como quiera, para nosotros quizá el indicador más relevante sea el tipo de cambio. Fue emocionante ver cómo en tiempo real, mientras Hillary asestaba golpes a Trump, por ejemplo, por no hacer pública su declaración de impuestos, el dólar bajaba y baja de precio (ver gráfico).

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Como se aprecia, el peso le ganó cerca de 40 centavos al dólar en el mercado al mayoreo en el tiempo que duró el debate, y hasta el momento del cierre de este artículo, la tendencia seguía a la baja. Nada sube o desciende en línea recta, por lo que es de esperar que haya altibajos. Mientras escribo esto el dólar interbancario ronda los 19.40 pesos.

A propósito, si Banco de México cumple la expectativa y sube mañana cuando menos 50 puntos base (pb) su tasa de interés objetivo (nosotros hemos recomendado 75 pb), seguro que el peso se apreciará unos centavos más al momento del anuncio.

En fin, para el mercado, el triunfo de Hillary Clinton fue contundente.

La cotización del dólar se volvió una especie de “termómetro” de la popularidad del candidato republicano debido a sus persistentes ataques contra México. Conforme sube en las encuestas, aumenta sus probabilidades de llegar a la Casa Blanca, el mercado ve con mayor riesgo todo lo que tenga que ver con nuestro país y al vender al peso, los inversores buscan refugio comprando el billete verde y otras divisas. Como consecuencia, el tipo de cambio se eleva.

Con los avances en el trading electrónico ya ni siquiera hace falta que las personas introduzcan sus órdenes de compra y venta de manera personal. Hay también computadoras que con sus

algoritmos se encargan de interpretar las palabras mientras estas se emiten y así ejecutan sus operaciones de manera automática. Por eso el efecto es instantáneo.

Al verse más fuerte Clinton, el peso se apreció a pesar de los golpes de Trump que dice querer echar abajo el “peor tratado de libre comercio de la historia” (el TLCAN).

Lo ocurrido en el mercado cambiario sirve de “encuesta” siempre y cuando no haya sido la autoridad monetaria la que decidió salir a vender dólares de la reserva internacional para bajar al billete verde de manera artificial. Esto también es posible, como opinó en su Twitter, Jonathan Heath.

Si ese fuera el caso, sería como un sondeo amañado, pero hasta el momento lo damos por bueno.

En mi opinión –aclaro que no simpatizo con ninguno de los candidatos y que a ella la considero más peligrosa para la paz mundial por su belicosidad contra Rusia-, el triunfo de Hillary del lunes es innegable.

Pero ojo, no por eso se cometa el error de suponer que Trump está muerto en la carrera por la presidencia estadounidense. ¡Nada de eso!

Aunque perdió, no tuvo un debate desastroso, y no se olvide que históricamente, no siempre el que gana el primer debate triunfa en la elección.

Muchos sondeos lo dan a él como ganador del lunes, y en las tendencias del promedio de encuestas de Real Clear Politics se ve a Trump en ascenso y a Hillary estancada.

No es por aguar la fiesta del peso, pero en el fondo nada ha cambiado: Trump puede ganar todavía, y en lo interno, nuestros débiles cimientos por la creciente deuda pública, alta expansión crediticia privada, déficit de cuenta corriente en aumento y el gasto público deficitario, siguen igual.

Incluso si ganara Hillary, no se olvide que ella desde siempre también se ha opuesto al TLCAN y no dude que lo “renegociaría” igual que Trump, aunque sea en perjuicio de todas las partes.

El populismo de Clinton es evidente y salió en el debate con su propuesta de impuestos a los ricos, de redistribución de la riqueza y de subir el salario mínimo. Todo lo anterior condenaría a la economía norteamericana en su conjunto (nosotros incluidos) a una crisis y recesión agravadas.

En suma, mejor vaya haciendo previsiones, la cosa gane quien gane se va a poner muy fea.

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¿Llegó el resurgimiento del peso? (O qué sí debería hacer Banxico)

Hace una semana advertimos que la llegada del precio del dólar a los 20 pesos, y más allá, era inminente con independencia del “efecto Trump”. Esto ocurrió el lunes por primera vez en el mercado al menudeo, y el alza siguió hasta que la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos dio a conocer que dejaba sin cambios su rango objetivo de tasa de interés.

Asimismo, el miércoles criticamos la postura de quienes, con la caída del peso a nuevos mínimos históricos, pedían la intervención de la Comisión de Cambios.

Y es que cuando se hace esto, lejos de alejar la especulación, se fomenta más, porque los inversores saben que se ha bajado el precio de manera intencional, por decisión política. Los fundamentos económicos internos permanecen intactos.

De este modo, se vuelve una apuesta casi segura de ganancia el abrir nuevas posiciones en contra de la divisa local. Como resultado, la depreciación es más prolongada y pronunciada de lo que hubiese sido sin la “mano negra” de la autoridad cambiaria.

Como ya decíamos, el miércoles la Fed dejó sin cambios su rango objetivo para la tasa de fondos federales, y de inmediato, el dólar comenzó a desinflarse.

Al cierre de este artículo ya ningún banco quedaba vendiendo dólares a más de 20 pesos. Según algunos analistas técnicos como Allan Ramírez (@Capitalista1), la cotización podría caer hasta los 18.88 pesos cuando más, antes de retomar fuerza al alza con rumbo hacia los 21 pesos en la siguiente ola alcista.

La realidad es que se trata sólo de estimaciones, pronósticos que pueden o no cumplirse.

En cualquier caso, lo que sí es un hecho es que se confirma que era falso el supuesto ataque especulativo contra nuestra moneda. El mercado por sí mismo, ante las nuevas circunstancias que en todo momento son cambiantes, perdió presión. No hizo falta intervención alguna.

Los populistas a quienes les encanta despotricar y exigir que “haga algo” por parte de la Comisión de Cambios (integrada por funcionarios de Hacienda y Banco de México), se han quedado sin chamba por el momento.

No obstante, llamamos la atención sobre factores importantes: el dólar se fortaleció y podría volver a hacerlo por el “efecto Trump” tras los debates, como también por renovadas expectativas de que en noviembre y/o diciembre la Fed ahora sí suba los tipos.

Eso ya lo sabemos y no tenemos ningún tipo de control sobre ello. Sin embargo, el gran elefante en el salón sigue ahí.

Las causas originales y fundamentales de la debilidad del peso–y que sí dependen de nosotros- continúan empeorando: el elevado y creciente endeudamiento público con todo y el recorte presupuestal propuesto para el próximo año; la expansión del crédito en el país a cargo de los bancos privados a un ritmo hasta cuatro veces mayor al del crecimiento estimado del PIB para 2016; el gasto gubernamental deficitario; la ausencia de un Estado de derecho pleno en el país; el pésimo mensaje populista que se transmite al mundo con lo que se prevé contenga la Constitución de la CDMX y sus derechos inventados, y un largo etc.

Dicho de otro modo, si no vemos el árbol para mejor observar el bosque, nos daremos cuenta de que la mesa sigue más que puesta para que después de una baja temporal del precio del dólar, éste se vuelva a disparar.

Tome en cuenta que en este momento ni siquiera estamos atravesando una crisis nacional o global, pero tarde o temprano llegará. Cuando lo haga, los 20 pesos por billete verde se nos van a hacer baratos, y la inflación en México podría acelerarse.

Como prevención a esto último, Banxico debe continuar su ciclo alcista de tipos de interés en su próximo anuncio de decisión de política monetaria del 29 de este mes. La inflación subyacente a la primera quincena de septiembre continúa su tendencia al alza y se ubica ya en 3.05 por ciento a tasa anual. No olvidemos que la inflación al productor excluyendo petróleo cerró agosto en 5.5 por ciento también a tasa anual. Las presiones por ese lado van a seguir.

En suma, nos mantenemos “cortos” respecto a peso. Si lo bueno “casi no se cuenta”, es porque hay aún más cosas malas que quieren que se callen. No pasará en este espacio.

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Falacias: ¿Es hora de parar la “masacre” contra el peso?

El dólar ya se vende esta semana en más de 20 pesos al menudeo, y no faltan las voces que piden la “mano negra” de la Comisión de Cambios para abaratarlo. Quien preside dicha Comisión es el titular de la secretaría de Hacienda, José Antonio Meade Kuribreña, y no el gobernador del Banco de México (Banxico), Agustín Carstens. Así lo marca la ley de nuestro banco central.

De manera que quien decide de hecho si se venden o no las reservas es el gobierno federal. Este es el último resquicio de falta de autonomía plena que le queda a Banxico.

Ojalá que Meade Kuribreña no cometa el error de “meterle mano” al mercado cambiario, pues esto siempre tiene consecuencias negativas, costosas e innecesarias. Nada bueno se saca de ellas, ni siquiera lo es la famosa “utilidad de operación”, un asiento contable con el que el gobierno de facto imprime dinero para embolsárselo gracias al diferencial de precios de compra y venta de los dólares de la reserva.

Hay quien opina que una actuación como ésta es válida, porque se entra al mercado como un oferente más de divisas, sin el objetivo de mantener un determinado tipo de cambio. Esto último es cierto, pero de ahí a que se trate de “un participante más” sí es una percepción equivocada.

A diferencia de los agentes privados, la intervención de la Comisión de Cambios –operada a través del banco central- es un acto de autoridad realizado con la explícita intención de “influir” (bajar) en el precio del dólar. En cambio los particulares, personas y empresas que operan divisas, lo hacen con el objeto de obtener un legítimo beneficio.

El pretexto de la intervención cambiaria es siempre el de reducir la “volatilidad”. Sin embargo, en realidad se trata de una decisión POLÍTICA con el fin de satisfacer al público que clama que se haga “algo”. Demagogia, pues. Mal hecho.

El resultado de evitar que el precio del dólar suba lo que tenga que subir de una vez, es una depreciación más elevada y prolongada de lo que habría sin manipulaciones. Los satanizados especuladores saben hacer muy bien su trabajo –que es ganar dinero gracias a la estupidez oficial-, por lo que deprimir artificialmente al dólar sólo provocará que las apuestas por la caída del peso se multipliquen. En suma, parar la “masacre” contra el peso es contraproducente.

Esto ya ha sucedido en el pasado, y de hecho, es lo que provocó que en febrero la Comisión de Cambios suspendiera los mecanismos de venta de dólares y que Banxico anunciara un alza de 50 puntos base en su tasa objetivo el 17 de ese mes.

Ahora bien. Al gobierno le conviene que se difunda que todo es culpa del “efecto Trump”. ¡Cuidado! Esto le permite distraer la atención sobre las verdaderas causas fundamentales de la debilidad del peso que son de carácter interno, y buena parte, su responsabilidad.

Sí, a nadie le gusta que el dólar se dispare, y claro que es falso que “no nos afecte”. Nos afecta y mucho porque la depreciación significa la aniquilación del poder adquisitivo, la pérdida de valor de nuestros ahorros e ingresos.

A pesar de ello, el gobierno NO debe quemar reservas que deben usarse sólo en un momento de verdadera tormenta.

Tome en cuenta que el dólar se nos fue a 20 pesos pero no ha quebrado ningún nuevo “Lehman Brothers” como en 2008, no estamos en recesión como en 2009 y ni siquiera ha habido desplomes bursátiles que causen pánico global.

Esto ha llevado a algunos a opinar que sólo puede ser obra de un ataque especulativo contra el peso y que un tipo de cambio tan alto “no se justifica”.

En una próxima entrega echaremos abajo ese mito. Por ahora, le adelantamos que este escenario de no-crisis anticipa que cuando por fin llegue, los 20 pesos por dólar de hoy nos parecerán baratos.

La posibilidad de que el dólar se infle en una burbuja, es real.

Por eso, el recorte al gasto público que ha propuesto Hacienda en el Paquete Económico para 2017 –que es insuficiente-, debería ser ampliado por los diputados. Ojalá entiendan la gravedad del problema que tenemos enfrente.

Mientras tanto, para el resto de nosotros sigue siendo importante minimizar nuestras tenencias de pesos y salir hacia activos refugio. La autodefensa financiera, es la única opción real.

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Dólar a más de $20, cuestión de tiempo (no de Trump)

Esta semana ha hecho mucho ruido el tipo de cambio del peso frente al dólar, que se ha visto muy presionado por el “efecto Trump”. La cada vez más alta probabilidad de que el candidato republicano pueda alcanzar la Casa Blanca, sobre todo después del episodio del desmayo “por deshidratación” de Hillary Clinton, es sin duda un factor muy importante para la debilidad de nuestra moneda. Lo mismo la caída de los precios del petróleo.

No obstante, cabe aclarar que el peso es una divisa estructuralmente débil, por lo que los 20 pesos por billete verde y más allá, son sólo cuestión de tiempo, sin importar quién gane la presidencia de aquel país.

¿Debe importarnos el nivel de 20 pesos? La respuesta es no per se. Es un número redondo que llama la atención y escandaliza a algunos. Los que siempre están inconformes y en contra de todo en la izquierda, se rasgarán las vestiduras, pero nada más.

Pongamos como ejemplo el caso del euro, que por primera vez de manera fugaz rebasó esa misma “barrera psicológica” de los 20 pesos en 2009, 2015 y de manera definitiva a principios de este año. ¿Qué ocurrió? Para la mayoría de la gente pasó desapercibido. Al cierre de este artículo el euro cotiza en  21.70 pesos al mayoreo.

La razón entonces de que el dólar cause alboroto es, por supuesto, nuestra íntima relación comercial y la vecindad que tenemos con la Unión Americana. Millones de paisanos trabajan allá y hacen envíos de remesas de las que muchos dependen. Además, aún quedan reminiscencias de aquellas lejanas crisis devaluatorias en las que de la noche a la mañana se disparaba el precio de esa divisa, pues no había un tipo de cambio de “libre flotación” como hoy.

¿Qué es entonces lo que debe inquietarnos? Lo que causa la debilidad estructural de nuestra moneda. Aquella es reflejo de la mala condición de nuestra economía, mas no su causa.

En este sentido, el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para 2017 que ha planteado recortes importantes al gasto público, es un avance en el sentido correcto, pero pequeño e insuficiente para el tamaño del reto que tiene enfrente el país.

Veamos: la deuda se disparó en el sexenio de Peña Nieto, se optó por expandir el gasto corriente y contraer el de inversión, el crecimiento es raquítico, la inflación, los déficits de Cuenta Corriente y el Fiscal ya encienden focos amarillos, Pemex es un quebrado agujero negro que compromete de forma grave las finanzas públicas del país, no hay vigencia plena del Estado de derecho y un largo etc.

No por nada en este espacio sostuvimos a contracorriente que el ahora ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray, tenía que irse, y que la calificación soberana de México ya debería ser más baja. Lo reiteramos.

En este contexto, puede apostar a que tan pronto como se rebasen los $19.50 que se alcanzaron tras el referéndum por el Brexit, se multiplicarán las voces que pidan la intervención oficial para que no llegue a $20.

¡Cuidado! Meterle “mano negra” al tipo de cambio sólo tendría efectos cosméticos de corto plazo, derrocharía de manera innecesaria reservas internacionales y aumentaría la especulación en contra del peso. Saldría peor.

Esperemos que José Antonio Meade no cometa el mismo error que su antecesor. Recuerde que es el secretario de Hacienda –y no el gobernador del Banco de México (Banxico)- quien preside la Comisión de Cambios. Es pues en los hechos el gobierno federal el que toma las decisiones en esta materia, último resquicio de falta de autonomía del banco central.

En suma, no se preocupe por si el dólar se encarece a 20, 21 pesos o lo que sea. Mejor ocúpese en reducir sus tenencias de pesos cada vez que se abarate el billete verde y salga hacia activos refugio como los que le he recomendado. Gane Trump o Hillary, de la crisis que sigue no nos vamos a salvar.

Otra crisis económica y recuperación del precio del petróleo, por venir

El legendario inversor Jim Rogers, el gurú de las materias primas, ha dicho en una entrevista reciente con la cadena rusa de televisión RT, que habrá una seria crisis económica el próximo año o dos. Rogers lleva ya un buen tiempo siendo pesimista sobra la condición económica del mundo, en especial, a causa de las irresponsables políticas monetarias ultraexpansivas de los bancos centrales.

El estadounidense radicado en Singapur le ha dado –literalmente- dos veces la vuelta al mundo, por lo que su conocimiento de los mercados es tan amplio, que va desde los más sofisticados instrumentos derivados en Wall Street hasta el trueque. Los ha vivido de primera mano.

No es casual entonces que se oponga a la intervención gubernamental, toda vez que lejos de arreglar un problema, genera más, con peores consecuencias que las que se supone pretendía evitar.

Rogers sabe de sobra que no se puede manipular sin castigo los precios de mercado: dondequiera que esto se haga tarde o temprano los ajustes llegan y casi siempre de manera violenta. Por eso, la manipulación del más importante de los precios –la tasa de interés- que han hecho los banqueros centrales por primera vez de manera coordinada en todo el mundo, será catastrófica.

En la entrevista aludida se le cuestionó sobre el acuerdo entre Rusia y Arabia Saudita para tratar de estabilizar los precios del petróleo. Rogers contestó que los árabes han dejado claro que no van a recortar su producción petrolera, y sugirió que los rusos tampoco deberían hacerlo.

Si bien ambos están padeciendo por los bajos precios, esto está haciendo inviables los proyectos de extracción más costosa –como el fracking y otros- en países como Canadá, Estados Unidos, etc. “Los presupuestos de exploración se han recortado en noventa por ciento”, reveló.

El resultado no puede ser otro que el de predisponer una crisis de oferta futura, y con ello, que el precio del petróleo eventualmente se tenga que disparar.

A propósito, sobre la muy extendida idea de que la caída en el precio del crudo se debe a una especie de “guerra” contra los miembros del grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y otros “no alineados”, Rogers la descartó de plano. La razón es muy sencilla: “Es bueno para China e India que el precio sea bajo”, aclaró, en tanto que son de los más grandes consumidores.

Esto mismo es válido para México, cuyas finanzas públicas sí siguen dependiendo en buena parte del ingreso del petróleo –y más Pemex-, pero que con todo y eso al país le conviene un precio bajo debido a que es ya un importador neto de hidrocarburos.

Por otro lado, para aquellos con interés en diversificar fuera del petrodólar, Rogers recomendó comprar rublos, moneda que considera ya ha tocado fondo a la par del petróleo: “prefiero comprar rublos que casi cualquier otra divisa estos días”, aseveró.

Asimismo, sobre la crisis que viene advirtió que el precio a pagar por el “dinero artificial” salido de la Reserva Federal (Fed) estadounidense y otros bancos centrales será horrible: “Vamos todos a tener un enorme problema. Estén preocupados, estén preocupados”.

Si es de su interés, puede leer la entrevista que le hicimos a Jim Rogers durante su visita a México a finales del año pasado en el portal de GuillermoBarba.com.

Rogers y Barba

Inercias: calificación soberana de México en riesgo

Quien quiera que crea en las calificadoras de riesgo crediticio bien podría mejor optar por creer en el hada de los cuentos, que al menos sí es inofensiva. Son más que conocidos sus fallos capitales, en especial el haber dado la nota más alta posible a activos que eran basura, como las hipotecas “subprime” en Estados Unidos, cuya burbuja al estallar trajo la crisis y Gran Recesión de 2008-2009.

Dos de ellas pertenecientes al grupo de las “Tres Grandes” –Moody’s y Standard & Poor’s-, pusieron ya este año en perspectiva “negativa” la calificación soberana de México. Es cierto que se le asigna al gobierno, pero una eventual degradación de la misma tendría un impacto generalizado a nivel país, que sí afecta a personas y empresas, no sólo al sector público.

Es importante no perder de vista esto en el contexto de la presentación ayer del Paquete Económico para 2017.

El nuevo secretario de Hacienda, José Antonio Meade, tuvo menos de dos días para hacer los últimos arreglos en especial al Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), documento que por sus características suele ser el más “manoseado” por los diputados, que tienen la facultad exclusiva de asignarlo y aprobarlo. Nadie quiere que le recorten recursos, pero es indispensable hacerlo y hacerlo en serio. Ojalá lo entiendan.

Por desgracia, a juzgar por lo presentado el esfuerzo es bueno, pero insuficiente. Lo es porque el prometido superávit primario es de apenas 0.4 por ciento del PIB, equivalente a 73 mil 825 millones de pesos (mdp), mientras el costo financiero de la deuda gubernamental llegará a 568.2 mil mdp y los ingresos derivados de financiamientos (deuda) ascenderán a 527.9 mil mdp.

El recorte presentado es de solo 239 mil 700 mdp respecto a lo aprobado en el PEF 2016. Esto queda por debajo de los 300 mil mdp que había propuesto el sector empresarial de país, que eran mucho más deseables si tomamos en cuenta que los diputados de todos los partidos se pelearán con uñas y dientes para disminuir el tamaño del recorte.

Ahora bien, como no habrá un superávit fiscal sino si acaso uno primario (es decir, sin contar el pago de intereses), el déficit seguirá haciendo que la deuda se incremente en términos absolutos. Detener la trayectoria ascendente de la deuda en términos relativos al PIB, implicaría entonces tener un crecimiento más o menos vigoroso, lo cual es poco probable que se dé en el contexto de un crecimiento que no se consolida en Estados Unidos. De hecho, una recesión ahí es muy probable durante el próximo año o dos.

Como es usual, las proyecciones oficiales son muy optimistas para 2017: un crecimiento entre 2 y 3 por ciento, un tipo de cambio promedio de $18.20, precio medio de la mezcla mexicana de crudo en 42 dólares, un déficit fiscal de 2.4 por ciento del PIB y uno de cuenta corriente de 3 por ciento.

En lo que va del sexenio el optimismo –e incumplimiento de expectativas- ha sido la constante, como se ilustra muy bien en el siguiente gráfico que compartió ayer Sergio Negrete

thumbnail_econokafka CGPE incumplidos

Los Saldos Históricos de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP) como porcentaje del PIB se han disparado y, por quinto año consecutivo, se promete en los Criterios Generales de Política Económica (CGPE) que descenderían muy ligeramente de 50.5 a 50.2 por ciento del PIB.

Con dos años electorales cruciales en puerta (2017 en que se jugará la gubernatura del Estado de México y en 2018 la elección presidencial), de nueva cuenta es poco creíble que el gobierno vaya a cumplir. Menos aún con el nombramiento estratégico de Luis Enrique Miranda al frente de la Secretaría de Desarrollo Social, que podría hacer que “lloviera” dinero para compra masiva de votos utilizando “programas sociales”.

Por si fuera poco, las participaciones a los estados crecerán en más de 5 por ciento. Sobra decir lo ineficientes que también son en el ejercicio de su gasto.

Hemos dicho que el nombramiento de José Antonio Meade al frente de Hacienda da confianza a los mercados e inversionistas. Sin embargo, con el Paquete Económico presentado, es evidente que la inercia de gasto de este gobierno –que ha privilegiado el dispendio en gasto corriente sobre el de inversión-, es muy fuerte.

Debido a lo anterior, reiteramos lo dicho en otras ocasiones en este espacio: la calificación soberana de México ya debería ser más baja –sobre todo por el gigantesco agujero llamado Pemex que no desaparecerá pase lo que pase-. Deseamos suerte a quien espere a que las siempre tardías calificadoras degraden nuestra nota, que en todo caso, pensamos que lo harán antes de que concluya la administración de Peña Nieto.

Todo ha cambiado, para seguir más o menos igual.

 

Bancos centrales, impresión monetaria y especulación

El domingo el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, prometió continuar con los estímulos monetarios hasta que la inflación ahí alcance el 2 por ciento. Kuroda está convencido de que la inyección de liquidez y la depresión de tasas de interés que ha implementado, “han contribuido significativamente al cambio positivo en la economía de Japón”.

Las cifras mismas de inflación lo desmienten, pues el dato más reciente muestra una caída de 0.4 por ciento en el Índice de Precios al Consumidor contra hace un año. En vez de subir, sigue bajando.

Kuroda dijo que no había posibilidad de reducir el nivel de acomodación monetaria. De hecho, los bancos centrales del mundo hace mucho que pasaron el punto de no retorno, por lo que la salida de este absurdo de creación de dinero y crédito sin fin, será violenta, destructiva y forzada por el mercado, no decidida por los políticos.

Se espera que esta locura de los tipos negativos continúe en el país del sol naciente, incluso por debajo del nivel actual de menos 0.1 por ciento.

Kuroda fue explícito: “a menudo se argumenta que hay un límite a la flexibilización monetaria pero no comparto ese punto de vista”. Tiene razón pero: ¿Qué quiso decir?

Sus palabras significan que seguirá imprimiendo yenes a más no poder, y se jactó de que podrá comprar más bonos del gobierno, recortar las tasas y adquirir otros activos como bonos corporativos, acciones y fondos estatales de bienes raíces.

La razón de que no haya límites a su facultad de emitir dinero comprando activos, se debe a que no hay ningún freno ni respaldo de valor en las divisas actuales. Los billetes que cargamos en todo el mundo representan deuda gubernamental, ya no una determinada cantidad fija de oro como en el pasado. Sin ese extintor de deudas, éstas crecen y crecen hasta colapsar.

El problema con esto es que nos condena a una vida de ciclos interminables de auge y crisis cada vez más severas.

El exceso de crédito no respaldado en ahorro, genera distorsiones económicas muy profundas.

Con una baja artificial de tipos, se envía una señal tergiversada, de que hay mucho ahorro que en realidad es crédito. Los inversores toman el dinero, lo invierten en bienes de capital para producir para la aparente gran demanda que hay y que viene, reducen el empleo humano, expanden la capacidad instalada, sus espacios inmobiliarios, etc. que al final, quedan sin ser empleados cuando queda claro que todo era un espejismo.

Otros inversores –más avezados que los primeros-, sí se percatan de esta falsa señal y optan por colocar el dinero recibido a bajo costo en otro lado: mercados emergentes, bolsas de valores, bonos, etc. Dicho de otro modo, los banqueros centrales aumentan la especulación financiera e inflan burbujas que, cuando revientan, generan una onda de choque deflacionaria.

Esos especuladores saben que deben aprovechar cada vez que se abaraten los activos porque, cuando llegue la debacle, el banco central saldrá a comprar, podrán venderle más caro de lo que compraron y así realizar una ganancia “sin riesgo”. Otra ilusión.

Así que las autoridades monetarias de Japón, Estados Unidos, Zona Euro, etc., están en un callejón sin salida: no pueden dejar de meterle dinero creado de la nada a la economía, porque en cuanto lo hacen, el castillo de naipes que ellos construyeron se colapsa, regresan para levantar otro todavía más grande y el ciclo recesivo se repite.

La mala noticia es que esta tragicomedia no puede durar para siempre. Tarde o temprano el público ahorrador se cansa de meterle dinero bueno al malo, y terminará corriendo en pánico hacia la seguridad del oro.

Cuando se pierda la poca confianza que se tiene aún en los bancos centrales, el valor de las divisas será aniquilado, y una vez más, quedará claro que imprimir dinero para intentar salir de una crisis, tiene garantía al 100 por ciento de fallar.

GuillermoBarba.com

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